
Joyero eclesiástico
Las joyas que marcaron un estilo propio
De su anillo del pescador a su cruz pectoral que le acompañará hasta la eternidad o las que heredó de Benedicto XVI

Desde su primera aparición pública como Papa Francisco ya dejó claro que iba a imponer un nuevo estilo. El preciosismo de Benedicto XVI dejaba paso a un Sumo Pontífice que prefería la austeridad. Durante los doce años que ha estado sentado en la cátedra de San Pedro, el primer Papa argentino decidió ir rompiendo con gran parte de las tradiciones vaticanas. Una de ellas fue su rechazo al oro para el anillo papal. Él, además, se encontró con «el problema» de convivir con otro papa, por lo que no podría utilizar los restos del anillo del pescador de Benedicto XVI para crear el suyo ya que Ratzinger siguió portando esta joya hasta su fallecimiento.
En el caso de Francisco, optó por un diseño en plata sobredorada para crear el anillo con el que fue investido como Sumo Pontífice. Se trataba de un modelo basado en el que concibió el escultor Enrico Manfrini para Pablo VI y que nunca se llegó a materializar. Estaba reservado para las ocasiones más especiales y poco o nada tenía que ver con el llamativo anillo de oro macizo que lució Benedicto XVI.
En el día a día, Francisco prefirió lucir el anillo que le acompañó desde sus tiempos de obispo. Se trata de un diseño sencillo en plata. Este es el anillo que porta en el dedo anular de su mano derecha estos días y con el que fue enterrado ayer en Santa María la Mayor.

tra de las tradiciones con las que rompió fue la cruz pectoral. A los papas siempre se les ha solido ver con unas joyas en oro (o doradas) y cordón en el mismo material, pero Francisco prefirió prescindir de ellas y conservar la que comenzó a lucir cuando fue nombrado obispo de Auca por San Juan Pablo II. Es un diseño contemporáneo en el que se puede ver una paloma que representa al Espíritu Santo y un rebaño de ovejas frente al cual se sitúa Jesucristo, que lleva a un cordero en los hombros. Esta es, además, la cruz que se ha empleado para su tumba. En las fotos facilitadas por la Santa Sede pudimos ver esta semana cómo en un vano de Santa María la Mayor Francisco descansa ya bajo una lápida con su nombre en latín y, en la pared, una versión de su cruz pectoral, un diseño que se puede comprar en internet y se ha convertido en símbolo del papa fallecido.
Otra de las joyas con las que le hemos visto estos años ha sido la férula papal, que no hay que confundir con el báculo. Este último termina de manera redondeada en lugar de en cruz. Durante los primeros años de su pontificado le vimos con la férula que hizo popular San Juan Pablo II, con la cruz redondeada, un diseño del escultor Rafaele «Lello» Scorzelli creado en origen para Pablo VI y que con el tiempo se ha convertido en todo un icono del papado.
Las alhajas españolas

El Papa Francisco poseía también dentro de su «joyero» eclesiástico un anillo de la joyería barcelonesa Capdevila elaborada en plata con una cruz en relieve, que aparece a la izquierda de este texto. Otra joya española, no tan contemporánea, en su haber fue la que Reina española Isabel II regaló al Papa Pío IX. Se trata de la tiara papal.

Fue el primer gran encargo que recibió la joyería Ansorena (firmada como Pizzala-Ansorena). Compuesta de 6.800 brillantes, 160 esmeraldas, 160 rubíes y 96 perlas, esta tiara es la más espectacular de todo el tesoro vaticano.
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