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Negocios al sol: Isabel Heseltine, un imperio de nueve restaurantes y dos hoteles creado desde una moto
La italiana, junto con los hermanos Serra, resurge el grupo Isabella´s

Su primera marca fue ‘La cucina de Isabella’. Envió la proposición a sus contactos por whatsapp con una copita de vino en la mano y diez euros en el bolsillo. Al día siguiente tenía 89 pedidos. Consiguió entregarlos volando con su moto por las calles de Barcelona. “Tuve que cambiar la fórmula y se me ocurrió ‘Venid los viernes’. La gente venía con sus coches, esos Range Rover con el maletero abierto, a mi casa, en la calle Reina Victoria. Fueron los clientes quienes me animaron a abrir un restaurante”. De repartir cocina italiana a domicilio a regentar nueve restaurantes y dos hoteles en solo 15 años.
Isabella Heseltine nació en Roma, de padre inglés y madre francesa. Su padre fue diplomático y pariente directo del barón Michael Heseltine, una leyenda aún viva que ocupó dos secretarías de Estado con Margaret Thatcher y el cargo de viceprimer ministro con John Major. Fue en la capital italiana donde conoció al catalán Joaquín Garí de Sentmenat, el hombre que la trajo a España: “Tenía 25 años y me encontré a un señor encantador que estaba allí para asistir a un partido de la Roma contra el FC Barcelona. Me enamoré de ese torero guapísimo y me vine a vivir con él sin hablar una palabra de español”. Isabella era intérprete al servicio de Naciones Unidas, así que no tuvo dificultad en aprender español y catalán. Se casaron a mediados de los 80 y tuvieron dos hijos, Marco y Valentina. “Al casarme, mi marido me mimó tanto que no necesité continuar trabajando. Me dediqué a mis hijos y fuimos una familia feliz durante 16 años. Hasta que se terminó el amor”, cuenta en conversación con LA RAZÓN.

Finalizando la década del 2000, su exmarido –con quien siempre ha seguido llevándose de maravilla– sufre un revés económico a causa de la estafa piramidal de Bernard Madoff. “Me llamó para ponerme al corriente de que las cosas iban mal, teníamos dos hijos, así que pensé, ¿qué es lo que sé hacer? Mmm… Tratar con la gente y, por supuesto, cocinar”. Y así volvemos al párrafo inicial. “Un amigo me propuso abrir un restaurante y le respondí que me encantaría, pero que eso cuesta un millón de euros. ‘Yo me ocupo de esa parte, descuida, pero necesito que lo llamemos con tu nombre para que te comprometas al 100 %’. Entonces pensé que era una tontería pero con el tiempo comprobé que no. El primer día fue un éxito y durante cuatro o cinco años estuvimos a tope, así que llegó el día en que le pedí renegociar mi sueldo. Me horroriza hablar de estas cosas pero ganaba menos que la jefa de sala. La conversación no fue bien”.
Poco después de dejar Isabella’s, recibió la llamada del gallego José Cacheiro, presidente de un próspero grupo de hostelería en Barcelona. “Aprendí muchísimo de este señor y se portó conmigo impresionante. Me dio carta libre y así inauguramos Bimba’s, al lado del Up & Down”. Nuestra protagonista decidió bautizar su segundo proyecto con el nombre de su añorada perrita. Después, se unió a Ferran Monge para abrir un restaurante en el hotel La Torre del Canónigo, en lo alto de Dalt Vila –la ciudad amurallada de Ibiza– si bien la aventura no llegó a cuajar. Continuaba viviendo apretadamente de un sueldo modesto. “Estaba un día en una playa de la Costa Brava con mi pareo y mi bocadillo de mortadela y vi pasar por delante el barco de mi exmarido, a quien las cosas le marchaban muy bien de nuevo. Saludé a mis hijos desde la arena, sudando con el bocadillo de mortadela, y me dije que quería volver a aquella vida”.

La oportunidad de recuperar la vida que conoció antes del cataclismo Madoff se la dio, casualmente, el mismo exsocio con quien levantó Isabella’s. “Tras irme, el restaurante dejó de funcionar, así que esta vez me llamó para contarme que quería venderlo. Por medio millón. Pero yo seguía sin tener un duro. De hecho, durante un tiempo temí que un día se presentase en el restaurante ‘El cobrador del frac’ y cuando ocurrió, casi me da algo. Afortunadamente, era el pianista del cercano hotel princesa Sofía”. Isabella Heseltine cuenta su vida saltando de una rama a otra pero sin abandonar el camino que supone el tronco del árbol. Da gusto escucharla. Decidió mover ficha apoyada en su indiscutible encanto y recurrió a un cliente, un joven director del Banco de Santander, que acudía a cenar cada martes: “¿Puedo acompañarte? Gracias. Necesito un crédito”. Isabella’s volvía ser suyo.
La noticia comenzó a circular y además de su hijo Marco y algún otro socio, se sumaron los hermanos Harry y Toni Serra, cofundadores del fondo Salomon 1965 para construir entre todos el grupo Isabella’s, formado hoy por nueve restaurantes –entre ellos, el madrileño Allegra, frente al hotel Wellington– y dos hoteles. “Hay inversiones, hipotecas, créditos... Y cuando sube uno puede que se resienta otro: acabo de deshacerme de uno en Madrid, junto a El Paraguas. ¿De qué depende? De mí. Si yo no estoy, olvídate. Un hotel es más fácil de dirigir pero un restaurante tiene que llevar tu sello y tu alma”.

Un amor que anunciaron las estrellas
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