Estilo
Díaz Ayuso, la imagen del poder y el poder de la imagen
No es la apariencia, sino la esencia. La imagen con la que presidenta de Madrid aterrizó en Milán no puede resultar más potente. Emana poderío en momento de juego de tronos
Vestido negro midi con botonadura dorada, manga francesa y escote Bardot. Sobria, elegante y con ese «je ne sais quoi» francés del que emana la elegancia de una forma absolutamente natural, casi sin querer. Pero su vestimenta es solo un complemento de lo sustancial: poderío y confianza. «Viste elegante y verán a la mujer», sentenció Coco Chanel.
Su tributo a la sencillez no es casual. Ha sido cuidadosamente elegido para acompañar la estrategia comunicativa en su viaje. No es el de una mujer que busca tomar el poder. Genera poder por sí misma y por eso se permite prescindir de colores, grandes firmas o cualquier otro atributo con el que dar un golpe de efecto. «El negro cede el protagonismo a su rostro y resalta una absoluta seguridad en sí misma. El resultado es sofisticación, elegancia y poder», destaca Roberto Sánchez, asesor de imagen experto en perfiles directivos y políticos.
Sin un delirio de grandeza al recoger el premio que reconocía su trabajo durante la pandemia, ha conseguido brillar en esta ciudad italiana ostentosa, cosmopolita y llena de arte, celebridades y placeres. No ha pasado desapercibida su estilizada figura después de sus primeras vacaciones en tres años. Vuelve con unos diez kilos menos que ha eliminado siguiendo el consejo de su médico: alimentarse mejor y sortear el estrés. La terapia ha devuelto a la presidenta unos rasgos faciales mucho más finos y un bronceado que ilumina su expresión. También ha aclarado su melena con unas «babylights» en castaño claro imitando los reflejos que deja el sol. En la ceremonia de Milán apostó por ondas más marcadas de lo habitual.
«Cualquier detalle, por insustancial que parezca, delata que estamos ante la mejor versión de la presidenta. Su nueva imagen es un paso adelante, no solo en el estilo, sino en su mensaje y en su forma de comunicar», señala Sánchez. Su actitud contrasta con otra de las imágenes más reproducidas en estos últimos días, la de la congresista Alexandria Ocasio-Cortez con su traje protesta reivindicando «que paguen los ricos» en la gala MET. Pura ironía cuando la entrada cuesta 30.000 euros y una mesa completa 250.000.
La lección de Ayuso es coherencia con el discurso, a pesar de que a veces sus estilismos no han recibido ni siquiera la aprobación de su entorno. Es dueña de su estilo y así lo resaltó su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, en su entrevista con Bertín Osborne. Lleva lo que le apetece, casi siempre un estilo «working girl». En el mismo programa dejó claro su obstinado empeño en mejorar y ganarse la confianza de la gente. Y en eso parece ser irreemplazable.
Su nuevo aspecto no ha sido una ruptura drástica, según observa Sánchez. Advertimos el cambio de rumbo hacia una mayor feminidad en la toma de posesión como presidenta de Madrid con un conjunto de crepé de seda y tul de color fucsia y con volumen armado en la parte superior para realzar sus hombros y marcar la cintura. Su autora, la diseñadora Vicky Martín Berrocal, consiguió una imagen cargada de simbolismo, sentimiento y poder. No ha sido la única vez que Ayuso escoge sus modelos curvilíneos, pero la diseñadora no responde cuando le preguntamos por las entretelas presidenciales. El silencio forma parte del juego de la moda con el poder y esto acrecienta nuestra curiosidad.
Mayor feminidad
Con los años la presidenta ha evolucionado de mujer retraída y rostro de porcelana –a veces objeto de burla– a icono político audaz que aplica su parecer a pesar de no ser siempre bien recibido. En lugar de amedrentarse ante la crítica diarreica, se ha posicionado marcando bien sus lindes y venciendo la timidez gracias a su espontaneidad y ese carácter dicharachero y ocurrente. En la distancia corta conserva un gesto aparentemente naíf. Se ha habituado a los reproches, burlas y garrotazos que llegan desde la trinchera de las redes sociales que permite disparar desde el anonimato y sin cortapisas. No solo le ha curtido políticamente, sino que ha avivado su virtuosismo en el arte de lanzar puyas.
Su «método», por el que ha sido premiada en Milán, se resume en dos frases: «Pusimos la vida, la salud e incluso la libertad, en primer lugar» y «Buscamos soluciones diferentes a matar la economía y a la clase media». Al ser comparada por el diario italiano «Corriere della Sera» con Margaret Thatcher, responde que liberal, sí, pero a «lo Don Quijote». Suerte que sigue habiendo Quijotes que saben de su alto destino.
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