Opinión

La crónica de Amilibia: Rufián, ojo con la crisis de los 40

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel RufiánEduardo ParraEuropa Press

Rufián puede vivir en el metaverso, pero no en una comedia de Hollywood: la crisis de los 40 (los acaba de cumplir) no le llevará a comprarse un coche descapotable ni a ligar desesperadamente con jovencitas, creo. Quizá le hubiera gustado que le cantara el «happy birthday to you» una Marilyn de voz tan caliente que pudiera encender la velas de la tarta sin necesidad de cerillas, pero habrá tenido que contentarse con la versión en vascuence de una amiga del PNV, que suena más aizkolari y bravío. Síntoma de la citada crisis son los cambios estéticos. Como Gabriel no tiene coleta que cortarse, en todo caso solo se animará a apurarse la barba o cambiar de peinado. El degradado con tupé que luce es propio, cuenta un experto, de los que están perdiendo pelo y recurren al arte de la cortinilla ocultadora. Un trampantojo capilar. Me imagino que se hará un trasplante antes de caer en la inolvidable ensaimada de Anasagasti.

Para superar esta crisis, los psicólogos aconsejan desdramatizar, reforzar el espíritu crítico, abandonar la impulsividad y mucho humor. Demasiado para Gabriel: dejaría de ser Rufián. Quizá debería mirarse en el espejo de Isabel Preysler que, a punto de cumplir los 71 años, es toda ella elegancia, amabilidad y sentido del humor: en «Mask Singer» cantó «Waterloo» de ABBA disfrazada de gata, y cuando le preguntan si se volverá a casar, dice que «como siempre he estado casada, ahora me gusta mucho esta etapa de novia». Ejemplo de eterna juventud, encima es pareja de un inmortal: Vargas Llosa lo es desde que entró en la Academia Francesa. Así, pronto se convertirá en una heroína de Marvel. Mito con un punto filipino, claro.