Opinión

El diario de Amilibia: ¿De qué hablarán Pedro y Joe?

Imagino a los dos en plan “cuñaos” en fin de semana con barbacoa hablando, por ejemplo, de aviones

Joe Biden conversa con Pedro Sánchez este 16 de noviembre en Bali en la cumbre del G20
Joe Biden conversa con Pedro Sánchez este 16 de noviembre en Bali en la cumbre del G20Dita AlangkaraAgencia AP

Joe Biden ha invitado a Pedro Sánchez a la Casa Blanca, pero no a vivir, como deseaba el presi español, sino tan sólo a una reunión para estrechar los lazos históricos entre los dos países y repasar la situación internacional. No se sabe cuánto tiempo les llevará eso, incluyendo la OTAN y la guerra en Ucrania, pero recordemos que hace dos años se vieron (poco, porque ambos llevaban mascarilla) en los pasillos de la OTAN en Bruselas durante 50 segundos y, según Él, hablaron de reforzar los lazos militares entre ambos países, la situación migratoria en Latinoamérica y el cambio climático. Con este precedente de récord, el encuentro en la Casa Blanca podría durar, a nada que ambos se esforzaran, algo así como cinco minutos, incluyendo los saludos y el interés protocolario por las respectivas familias.

Pedro Sánchez y Joe Biden durante la reunión de la cumbre de la OTAN que se celebra en el recinto de Ifema, en Madrid.
Pedro Sánchez y Joe Biden durante la reunión de la cumbre de la OTAN que se celebra en el recinto de Ifema, en Madrid.David JarLa Razón

Si la audiencia fuera más larga, imagino a los dos en plan “cuñaos” en fin de semana con barbacoa hablando, por ejemplo, de aviones (gente de esa altura no va a hablar de coches). ¿Sigues con tu viejo Falcon?, preguntará Joe. Pedro bajará la cabeza y musitará un apagado yes, porque en el fondo de su corazón Él ansía un Air Force One, el Boeing 747-200B de 70 metros de largo que puede volar a 13.700 metros de altitud y cuya suite presidencial de 372 m2 incluye oficina, dormitorio, jacuzzi, ducha, gimnasio y sala de conferencias. Se ve subiendo la escalerilla del avión presidencial USA, con su cazadora de piloto y sus gafas de puto amo, como adjetivaba David Gistau, y se le humedecen los ojos de pura emoción.

Y si Joe se ausenta un momento para ir al servicio (la próstata no perdona), quizá sueñe sonriendo cómo sería quedarse de okupa en el despacho oval.