Opinión
El diario de Amilibia: Sánchez nos pone firmes
Mientras, a Él le ponen firme Puchi y Otegi y el resto de los asociados progresistas
Él publica ahora su segundo libro, «Tierra firme». No importa de qué va, a las lenguas viperinas sólo les gusta jugar a descubrir quién se lo ha escrito esta vez, como si Él cambiara de negra o negro como de opinión. Pero no hay misterio: repite Irene Lozano, que ya le tiene pillado el estilo. La obra, reza la publicidad, apela a la ciudadanía, o sea, que no sé si quiere ponernos firmes en el sentido militar de la palabra (mirada al frente, barbilla en alto, pecho fuera, hombros atrás, inexpresión facial y silencio) o si se refiere a Él mismo, como siempre, y a su postura/apostura ideal: impasible el ademán, victorioso en sus derrotas, desvaríos y cambios de rumbo, como un Rodrigo de Triana que grita ¡tierra a la vista! desde el palo mayor de la Moncloa y Bolaños, interpretando el grito como una orden inapelable, le arroja un puñado de tierra a los ojos.
Es un viejo chiste, perdón. Firme: estable, fuerte, que no se mueve ni vacila, aunque nos vacila. Firme: no estar sujeto a cambios, no ceder, no dejarse dominar. Una perfecta definición del Apolo de la Moncloa, según corearán, arrebatadas, las cuatro vicetiples y Pilar Alegría. «Tierra firme», dice Él, «es lo que será España cuando culminen todas las transformaciones ya en marcha». Me imagino que se refiere a cuando culminen las negociaciones, mediador mediante, con el Puchi. Puede que sea firme, sí, pero más pequeña, como le podría recriminar Feijóo.
En fin: llega «Tierra firme» mientras a Él le ponen firme Puchi y Otegi y el resto de los asociados progresistas. Pero qué no será compatible para Él, junco que se dobla, pero ningún mal viento arranca. ¿Las críticas? Tiene dicho el músico Nacho Cano: «Cuando me critican me pongo cachondo». Pues eso.
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