Nada con Sifón
¿Una multa? Pues se pasa la gorra y ya está
No le deseo mal a nadie, tampoco a Isabel Rodríguez, asegura el colaborador.
No le deseo mal a nadie, tampoco aIsabel Rodríguez, la ministra portavoz en funciones, la de la dulce sonrisa y el flequillo a lo Puchi, pero al saber que por fin la Junta Electoral le había puesto una multa por hacer electoralismo desde su púlpito de la Moncloa, imaginé que le iba a caer una buena, o sea, algo así como las multas de millón de dólares para arriba que le caen a Trump en los EE UU por decir mentirijillas. Pero no. La cosa ha quedado en 4.700 euros, el equivalente, más o menos, a la multa por practicar sexo en el coche mientras se conduce con unas copas de más. En su defensa, Isabel alegó que sus manifestaciones fueron espontáneas.
Espontáneas, sí. El alegato nos descubre una gran noticia: la ministra portavoz ya interpreta sus shows posteriores a los consejos de ministros sin necesitad de guion del eximio autor Pedro Sánchez, tan shakesperiano, ni tan siquiera el del coadjutor Félix Bolaños, su asesor calderoniano pese a que aún cree que los autos sacramentales son los coches de los obispos. Ya no necesitan los asesores monclovitas inspirarse en “El mejor mozo de España” ni tan siquiera de “El rey don Pedro en Madrid”, de Lope. Ya camina la portavoz garbosa y solita. Si continúa practicando su espontaneidad, pronto podrá debutar con éxito como tertuliana de la Sexta.
Como la multa no la pagará ella, cuentan que, para fortalecer la unidad del Gobierno, Él pasará su gorra después del consejo de ministros para que cada uno aporte su óbolo. El sanchismo: la rosa y la gorra marroquí.
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