El personaje
Isabel Rodríguez: lejos de su papel constitucional
La ministra portavoz ha sido apercibida por la Junta Electoral Central. "Es PSOE pata negra", dicen quienes la conocen. Sánchez está muy contento con su papel desde la mesa del Consejo de Ministros
Ha sido advertida por la Junta Electoral Central de incumplir su deber constitucional de neutralidad. La ministra Portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, se enfrenta a una sanción por el expediente que le ha abierto la JEC al considerar que utiliza reiteradamente la sala de prensa de Moncloa «con fines electoralistas». El máximo organismo electoral le recuerda «el deber de neutralidad e imparcialidad» que requiere su cargo gubernamental, tal como establece el artículo 50.2 de la Carta Magna, y rechaza el uso partidista desde la sede del Consejo de Ministros. No es la primera vez que la JEC apercibe a la ministra portavoz y de Política Territorial quien, enfundada en su habitual sonrisa, lanza duros ataques contra el PP durante la rueda de prensa tras las reuniones semanales del Ejecutivo. Ello, a juicio de la Junta Electoral, contraviene claramente su papel constitucional. Por su parte la ministra ha reaccionado muy tranquila e insiste en que se ve obligada a citar al PP por las numerosas preguntas de los periodistas al respecto. «Por mí hablaría cero del PP, pero debo responder a lo que preguntan los periodistas», asegura Isabel Rodríguez.
Opina que los ciudadanos tienen que conocer los programas de cada formación política y añade que su obligación es difundir los logros del Gobierno. Fue precisamente a raíz de una pregunta sobre el traslado de los restos de José Antonio Primo de Rivera cuando la portavoz arremetió contra los populares: «El PP ni está ni se le espera, nunca están en los temas importantes, ni en la pandemia, ni en la reforma laboral, ni en el salario mínimo interprofesional, ni en las buenas cifras del paro, ni en la vivienda…», acusó Rodríguez en su repaso de las leyes del Ejecutivo entre ataques al primer partido de la oposición.
Tras dos advertencias, la JEC decidió incoarle un expediente, cuya resolución ella dice no haber todavía recibido, que puede devenir en una multa entre trescientos o tres mil euros. El dictamen de la Junta incide en la necesaria neutralidad de su cargo, máxime en el actual periodo electoral hasta los comicios del 28 de mayo. Contundente y agresiva, pero siempre con una sonrisa. Así definen quienes bien la conocen a Isabel Rodríguez García. Bien lo demuestra desde que Pedro Sánchez ha ordenado a los suyos iniciar un contraataque hacia el PP con la vista puesta en las elecciones de mayo, y las próximas generales. Con rostro amable no tiene pelos en la lengua para tildar de «negacionista» a Alberto Núñez Feijóo o «casposa» a Isabel Díaz Ayuso, miembros de la derecha «más rancia» de Europa.
Una abogada que a sus cuarenta y un años tiene detrás una dilatada carrera de servicio público. Fue la senadora más joven de España, pisó el Congreso de los Diputados como diputada con tan solo treinta, fue portavoz del Gobierno de Castilla-La Mancha con José María Barreda y Alcaldesa de Puertollano.
Su nombramiento resultó una sorpresa, dado que es mujer de confianza del presidente manchego Emiliano García Page, la voz crítica del «sanchismo» y alineada en las primarias del partido con los «susanistas». Pero Sánchez, maestro en cabriolas inesperadas, optó por ella para esconder en guante de seda toda una ofensiva política contra el Partido Popular. Cuentan que de niña, en su pueblo natal de Abenójar, pueblecito de pocos habitantes a treinta kilómetros de Puertollano, veía las ruedas de prensa de Rosa Conde, la entonces primera mujer portavoz del ejecutivo de Felipe González.
En aquellos días no pudo imaginar que años después ella misma ocuparía ese puesto. «Es PSOE pata negra», dicen sus amigos de esta mujer nacida en una familia de socialistas manchegos. Entiende el socialismo como cercanía solidaria, y por ello en su etapa de alcaldesa recibía a los vecinos en su despacho o se presentaba de improviso en sus casas. Rodríguez lanza duros ataques contra el PP, dónde la acusan de utilizar la mesa del Consejo de Ministros con sectarismo de partido, mientras el presidente está muy satisfecho con su papel. Ella, obediente al jefe, ha elevado el tono de ataques contra la oposición.
Nacida en un pueblo de poco más de mil habitantes, cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Castilla La-Mancha y fue secretaria general en las Juventudes Socialistas de Ciudad Real. Allí conoció a su marido, Iván Molinero, también militante que ahora trabaja como Técnico Superior de Prevención en Riesgos Laborales. Tienen dos hijos con quienes se refugia siempre que puede en Abenójar, en el corazón de los Montes de Toledo, dónde practica sus pasiones: monta en bicicleta, cuida un pequeño huerto y cocina unas buenas migas manchegas. Fervorosa de los libros de su paisana de Puertollano, la escritora María Dueñas, y de la música de Rozalén, en su etapa como diputada en el Congreso estuvo en la dirección del grupo socialista con Antonio Hernando, hoy uno de los hombres fuertes en Moncloa, y aprendió el estilo de Alfredo Pérez Rubalcaba, de quien Alfonso Guerra decía «Rubalcaba, Rubalcaba, te das la vuelta y te la clava», pero siempre entre sonrisas. Era amable y cercana con los periodistas parlamentarios, que en su cena anual de galardones la eligieron diputada revelación.
Se siente socialista «por los cuatro costados», dentro de ese estilo de una izquierda afable, con rostro fino pero rotundo. «Puño de hierro en guante de seda», aseguran sus colaboradores, algunos de ellos en su etapa como portavoz en Castilla La-Mancha. Eleva la tensión actual con el Partido Popular, «derecha retrógrada, negacionista y rancia» alejados de los conservadores europeos. «Todo les vale para intentar tumbar a este gobierno», clama la portavoz. Y pone el dedo en la llaga: «En el PP de Feijóo manda Ayuso». En esta relación bajo mínimos, acata la resolución de la Junta Electoral Central pero insiste en que seguirá dando información a los ciudadanos bajo su lema: «Mejor callar que mentir».
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