Familia

Pocholo y Bosco: ¿qué profeta de la "dolce vita" tira más?

Uno debutó en «Tómbola» y el otro gana «Supervivientes», tío y sobrino son la cara b de los Martínez-Bordiú

Pocholo Martínez-Bordiú y su sobrino Bosco Martínez-Bordiú
Pocholo Martínez-Bordiú y su sobrino Bosco Martínez-BordiúGtres / Mediaset

Pocholistas y boscolitos. En plena campaña electoral, resulta que el duelo más palpitante se libra entre Pocholo y su sobrino Bosco, flamante ganador de «Supervivientes 2023». Juntos forman una suerte de Rómulo y Remo amamantados por la misma loba Luperca. Dos animales televisivos que consiguen que te pegues a la pantalla haciéndote creer que el elixir de la eterna adolescencia podría estar en el apellido Martínez-Bordiú. Es decir, el suyo.

Si a arrancar la sonrisa del público y si a normalizar la majadería se le puede llamar don, volveremos a creer en el mito del gen y a entrar en bucle en un determinismo que explica que tío y sobrino sean dos clones nacidos con un mismo extraordinario talento, aunque nada tenga que ver ni con la música, ni la escritura, ni la pintura. El tío lo llama vivir con una sola marcha -»¡a tope!»-, muy en línea con la salchipapa o la barbacoa al punto G de Leticia Sabater, que echó los dientes casi al mismo tiempo que él.

Bosco Martínez Bordiú, ganador de 'Supervivientes 2023'
Bosco Martínez Bordiú, ganador de 'Supervivientes 2023' Mediaset

Bosco está viviendo su momento estelar y luce el desparpajo de Pocholo e idéntico carácter indomable, pero se atempera. Por edad, 25 años, pertenece a la generación del sobrediagnóstico del trastorno de déficit de atención e hiperactividad. Él cuenta que lo sufrió de niño e insinúa que no es el único caso en la familia. A pesar de esto, frente a Pocholo, que no tiene filtro, el joven sabe ser comedido. O que los tiempos son otros. Aun no había nacido cuando su tío arrojó en directo un vaso de agua a la periodista Karmele Marchante. Fue en «Tómbola» en 1997, y se convirtió en bombazo televisivo.

Desde entonces, con sus ideas y venidas, ha formado parte del «show business» patrio y ha sabido rentabilizarlo. En 2003, a pesar de quedar segundón en la final de Hotel Glam, por detrás de Yola Berrocal, cobraba por aparición 9.000 euros. En esa época, Kiko Matamoros calculó, con datos de la agencia de representación Iuno Events, que solo por aparecer en una discoteca de playa y firmar algún autógrafo podía cobrar 7.200 euros. La cifra superaba los 10.000 si además pinchaba como dj. Durante todo este tiempo su economía ha ido engordando o enflaqueciendo, según el momento, con inversiones inmobiliarias, cría de caballos, ocio nocturno, aplicaciones con mensajes personalizados o el lanzamiento de productos con su singular sello, como las pochilas de piel a partir de 150 euros o los pocholo flashes con sabor a Ibiza con los que se presentó en 2006 en la Fira Alimentaria de Barcelona. Este verano, teniendo en cuenta el impulso mediático que le ha dado la defensa televisiva de su sobrino, promete ser abundante. De momento, ya ha protagonizado una campaña automovilística para promocionar una camioneta todoterreno bajo el lema «La vida es dura, disfrútala».

Pocholo en el plató de 'Supervivientes 2023'
Pocholo en el plató de 'Supervivientes 2023'Mediaset

Tío y sobrino se jactan de tener eso que inmortalizó Melanie Griffith en «Armas de mujer», una mente para los negocios y un cuerpo para el pecado. Pueden parecer dos descerebrados impulsivos, pero se toman su tiempo para poner su vida en papel. No en vano ambos han recibido una educación exquisita en los mejores colegios de Madrid y universidades internacionales. Bosco ha anunciado que dedicará su cheque de 200.000 euros a proyectos sostenibles. Podrá dar un buen empujón a Mapmygen SL, la empresa de biotecnología domiciliada en Madrid que creó en enero de 2023.

Disfrutes banales y carnales

A Pocholo, que ya ha entrado en los sesenta, le ha apaciguado la edad y algún susto de salud. Según ha confesado en televisión, padece hepatitis B, que le obliga a la moderación, y hace años tuvo que ser operado de un tumor. Aunque siga siendo un ciclón, queda poco de aquel incondicional de los excesos de Pachá. Bosco, que ha heredado su alma festiva y su habilidad para celebrar la vida, coge ahora el testigo y aprovecha para hacerse querer por quienes beben los vientos por él. Lo de Adara Molinero es anecdótico. Él a quien besa con pasión es a la vida respondiendo al grito de guerra de Pocholo: «Tú di rana y yo salto».

Pocholo mantenía últimamente un perfil bajo y Bosco, cuando se anunció su participación, era un auténtico desconocido. Con el tiempo, formaron un perfecto tándem. Desde su cuenta de Instagram, con 43.000 seguidores, el tío iba realzando sus virtudes: «Simpático, único, positivo, entusiasmado, real, valiente, inquieto, verdadero, impecable, encantador, noble, tierno, educado y sincero». Como si hubiese conexión emocional, Bosco tomaba su santo y seña de vivir y dejar vivir. Pocholista o boscolito, ahora es difícil decantarse.