Historia

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Centenario de la Legión: Así fue la revolución de 1934 que ayudó a sofocar el cuerpo y dejó más de mil muertos

Con motivo del centenario, que se celebrará el 20 de septiembre de 2020, LA RAZÓN continúa su serie, escrita por los mayores expertos en la materia que cada mes arrojarán luz sobre la historia y el presente de uno de los cuerpos más admirados por los españoles. Los violentos sucesos de octubre de 1934 centran este artículo

Centenario de la Legión: Así fue la revolución de 1934 que ayudó a sofocar el cuerpo y dejó más de mil muertos
Centenario de la Legión: Así fue la revolución de 1934 que ayudó a sofocar el cuerpo y dejó más de mil muertos larazon La Razón

La sublevación de 1934 de las izquierdas se anunció y organizó durante meses. La salida de los socialistas del gobierno Azaña a comienzos de 1933 y la posterior victoria electoral de las derechas en noviembre prepararon el terreno a lo que estaba por venir. La entrada de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) en el gobierno, fruto de su victoria electoral, fue la excusa para en diciembre los anarquistas se sublevaran.

En octubre de 1934 varias organizaciones alentaron ataques y acopiaron armas y explosivos. La mayor parte del PSOE, que ahora lideraba Francisco Largo Caballero, se mostró dispuesta a emprender una acción violenta contra el gobierno radical-cedista. Esa conducta quedó de manifiesto con casos tan conocidos como el del vapor Turquesa, cuya carga fue apresada en San Esteban de Pravia el mes anterior al golpe de Estado. Indalecio Prieto estuvo a punto de ser detenido en la operación.

El punto culminante del rechazo al Gobierno por la izquierda fue la huelga revolucionaria que se declaró la noche del 4 de octubre de 1934. En Madrid se intentó asaltar a tiros la presidencia del gobierno. Los sucesos violentos se prodigaron por toda España. En Guipúzcoa se asesinó al ex diputado Marcelino Oreja. Pero todo quedó empequeñecido por lo iba a ocurrir en Barcelona y Asturias.

La insurrección en Cataluña fue tardía con respecto a otros lugares de España. La Generalidad, en lugar de restaurar el orden, se sumó a la rebelión iniciada en Madrid, proclamando los responsables del orden el Estado Catalán en la plaza de Sant Jaume. El presidente Companys encabezó la revuelta hasta que el capitán general de Cataluña, Domingo Batet, restableció el orden constitucional. La revuelta se saldó con 8 soldados y 38 civiles muertos.

En Asturias la rebelión liderada por el Comité Revolucionario de la Alianza de Obreros y Campesinos, que agrupaba a la CNT, la UGT y a la Federación Socialista Asturiana, comenzó con el asalto a los cuarteles de las fuerzas de seguridad, a la fábrica de armas de Trubia y con el control de las calles de Oviedo, Gijón y Avilés. El 5 de octubre se declaró la ley marcial.

Alejandro Lerroux encargo el restablecimiento del orden al general de brigada Francisco Franco, ya que conocía perfectamente la región y era uno de los mejores militares del ejército español. El gobierno confió la misión sobre el terreno al general López Ochoa, que marchó con las fuerzas disponibles en las provincias limítrofes, aunque estas demostraron ser insuficientes.

La entidad de la insurrección, la incapacidad de las tropas ya desplegadas y la propia situación general de España, que requería contar en su puesto con las guarniciones disponibles, decidieron a enviar a Asturias tropas fiables, a unidades del Ejército de África: La Legión y Regulares.

La Legión envío la 5º y 6ª bandera desde Ceuta a Asturias y la 2º y 3ª de Melilla a Barcelona. Los legionarios que desembarcaron en Cataluña, con su sola presencia, llevaron la calma a la región. A Asturias se tuvo finalmente que enviar también a la 3º bandera. Aquí los combates fueron muy duros.

Las fuerzas venidas de África, cuyo mando asumió el teniente coronel Yagüe, comenzaron a llegar el 10 de octubre. Ese día entraron en el puerto de Musel la 5º y 6ª Bandera mandadas por Alcubilla y Ramajos respectivamente. La Legión fue la unidad decisiva para que el Estado recuperase el control en el Norte. Nada más llegar tuvieron sus primeros choques armados. Los combates fueron muy duros, teniendo que combatirse casa por casa y a la bayoneta. Fruto de estos combates el cabo caballero legionario Sánchez López obtuvo su primera Medalla Militar Individual, ganaría una Laureada Colectiva por los combates de la Ciudad Universitaria y otra Medalla Militar por los combates de la posición Puig Aliaga en 1938. El que luego sería subinspector de La Legión, siendo miembro de la 5ª bandera, ganó una Medalla Militar Individual por encabezas un ataque al arma blanca en Asturias. Obtuvo otra Medalla Militar Individual cuando formaba pare de la columna Castejón en octubre del 36.

De Oviedo a Mieres

Gijón en manos del Ejército de África el mismo día 10. Desde Gijón las tropas avanzaron primero Oviedo y luego hacia Mieres. Pese a que el 11 las fuerzas militares de la República entraron en Oviedo la resistencia en Asturias se prolongó durante una semana más. Los titulares de la prensa del día 11, que decían «es dominada por completo la situación», aunque el titular estaba muy lejos de describir la realidad.

La toma de la estación de ferrocarril de Oviedo, ocurrida al día siguiente, le supuso a Yagüe cien bajas entre muertos y heridos. Este combate demuestra la violencia que fueron capaces de desplegar los sublevados, pues el Ejército, con toda su experiencia y capacidad militar, no pudo pacificar la región antes del día 19. Incluso fue necesario desplazar tropas que habían sido enviadas a Barcelona, y otras llegadas directamente desde África para las últimas operaciones. Oviedo asistió al incendio de la vieja universidad y fueron dinamitadas la Cámara Santa de la Catedral y la caja fuerte del Banco de España. El dirigente sindical Belarmino Tomás negoció la rendición ante el general López Ochoa. Los legionarios y el resto de unidades fueron recibidos entre vítores por la población cuando lograron hacerse con el control de la ciudad.

Los combates se saldaron con 1.061 civiles, 100 guardias civiles, 51 guardias de asalto, 16 carabineros, 19 miembros de otras fuerzas de seguridad y 98 militares muertos. Causó casi 3.000 heridos. La Legión permaneció en Asturias de guarnición hasta marzo de 1936 cuando el nuevo gobierno del Frente Popular decidió devolverlos a Marruecos.