Conflicto armado

El riesgo y la fatiga

La Razón
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Llevaban en su ADN los genes del Benemérito Cuerpo e hicieron suya aquella especie de voto que aprendieron muy jóvenes en las academias militares: «Ser voluntario para todo sacrificio, solicitando y deseando ser empleados en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga». No les bastaba la dura vida de los GAR de Logroño, el núcleo duro de la lucha contra ETA. No, el capitán Galera y el alférez Bravo «solicitaron y desearon» un lugar de mayor riesgo y fatiga . Sabían donde estaba Qala-i-Naw donde operó con eficacia un equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) del Ejército. Sabían a lo que iban.
La progresiva «afganización» de la zona hacía crear expectativas con vistas al futuro. Hacía sólo unos días que 25 insurgentes talibán habían entregado sus armas en una ceremonia presidida por el gobernador de la provincia de Bagdhis-Jan Armean. Se abría un proceso de reinserción liderado por los propios servicios de inteligencia afganos en coordinación con los de ISAF.
Pero alguien decidió romper este proceso y tres días después eran asesinados los dos Guardias Civiles y su leal intérprete. Estaban allí para ayudar a levantar a un pueblo históricamente sojuzgado, para crear un instrumento básico del estado de derecho como son sus fuerzas armadas y policiales.
Y tuvieron que matarles a traición, no por alguien que desconocía a sus víctimas, sino alguien que sabía bien lo que hacía. Porque aquellos uniformados españoles no sólo enseñaban técnicas policiales, sino que también transmitían códigos éticos y respeto a los Derechos Humanos.
Quien les mató o quien ordenó el asesinato, era de la misma casta de los que asesinaron mientras dormía al mayor Bowman, jefe del primer batallón del Royal Gurkha Rifles. No tenían agallas para matarle en campo abierto, cara a cara. Son los mismos «valientes» que, muy cerca de Qala, mataron a una viuda embarazada acusada de adulterio. Hace ya mas de veinte siglos, que nuestra cultura cristiana proscribía el «tirar la primera piedra» contra ellas.
Éstos son los asesinos. Los que no quieren progreso, ni cultura, ni educación, ni voto libre, ni Derechos Humanos. Los que no quieren procesos de reinserción ni entregas de armas. Los que intentarán romper cualquier acuerdo, esperando nuestro agotamiento y nuestra frágil conciencia de seguridad.
Que el testimonio del capitán Galera, del alférez Bravo y del intérprete Taefik Alili sirva de ejemplo a las nuevas generaciones que se ven impregnadas por extrañas corrientes en las que priman más los títulos, las ventajas y los derechos que los propios sacrificios y deberes. Por mucho que quieran convenceros, sed fieles a ellos y «desead y solicitad ser empleados en las ocasiones de mayor riesgo y fatiga». Parte de la sociedad no os comprenderá, hasta llegará a insultaros. Pero otra, la del «Todo por la Patria» que preside la entrada de nuestros cuarteles, os lo valorará y agradecerá eternamente.