Los Ángeles
RODNEY KING Qué sería de Obama sin él
La paliza que recibió en 1991 mostró que el racismo no había desaparecido en EE UU. Él no quiso ser héroe y continuó con su vida al límite. Ahora, ha muerto ahogado en su piscina
Rodney King tuvo la suerte o la desgracia de que la paliza que recibió por parte de varios policías del departamento de Los Ángeles fuese grabada por un vídeo aficionado, George Holliday, que captó las imágenes desde su apartamento. Fue la noche del 3 de marzo de 1991 cuando los incesantes golpes que cuatro agentes propinaron a King se convirtieron en el símbolo de la lucha racial en Estados Unidos. Todo esto podría haber pasado desapercibido si George Holliday no lo hubiese grabado con una cámara casera en unas cuantas décadas antes de los teléfonos móviles, Twitter o Facebook. Primero, se puso en contacto con la Policía de Los Ángeles para que viesen las imágenes y empezasen una investigación. Pero cuando comprendió que no le iban a hacer caso y que no tenían intención de estudiar lo ocurrido, pensó en ir a la Televisión KTLA con su cinta.
Estás imágenes fueron emitidas en su totalidad por la cadena en diferentes ocasiones. La paliza no tardó en convertirse en una sensación mediática. Después los golpes se vieron en todo el mundo: un agente golpea con una porra en la cabeza a King, que luego cae contra el suelo. Entonces, el policía le atiza de nuevo. Uno de los oficiales intenta parar al que propina los golpes. Otro grita: «Ya está bien». King se pone de rodillas, mientras los otros dos policías continúan con la agresión. En la cinta, se puede ver a King intentando levantarse en vano una y otra vez, mientras uno de los policías ordena al resto que le golpeen las muñecas, los codos, las rodillas y los tobillos.
Estos días todas estas imágenes han vuelto a atraer la atención del público, aunque ahora no ha hecho falta que se emitan el TV. No sólo se han visto en los canales de la pequeña pantalla, también se le ha recordado en redes sociales y en Youtube.
Con una altura de 1,91 metros, siempre era fotografiado con una sonrisa en los labios. Las imágenes que hay de él retratan a un hombre desgarbado con camisetas amplias. A pesar de su reconocido abuso de las drogas y el alcohol, decía que su mejor manera para relajarse era la pesca y la natación. «La gente me mira como si debiese ser Malcolm X, Martin Luther King o Rosa Parks», declaró a «Los Angeles Times» con motivo de la publicación de sus memorias.
Cuando estés muerto
Siempre reconoció que durante los años posteriores a la paliza nunca había sido capaz de encontrar un trabajo estable. «Me ha llevado años adaptarme a esta situación que tengo y que tanto pesa en mi vida. Uno de los policías me dijo en la cárcel: ¿sabes qué?, la gente va a saber quién eres cuando estés muerto y ya no estés aquí. Dentro de cien años, van a hablar de ti. Da miedo, pero a veces también es una bendición», recordó King.
El hecho de distanciarse de su destino de convertirse en héroe de los derechos civiles en Estados Unidos durante todos estos años, no impidió que volviese a dar titulares en la entrevista de «Los Angeles Times». Reconoció que sin él, el Presidente Barack Obama nunca hubiese llegado a la Casa Blanca en 2008. «Obama nunca habría llegado a la presidencia sin lo que me pasó y mucha gente negra sin mí. Nunca habría estado en esa situación, no hay duda. Lo habría conseguido, pero le habría llevado más tiempo. Así, me alegro de todo lo que pasé. Le abrió la puerta a mucha gente. Me doy cuenta de que siempre seré el niño de los carteles contra la brutalidad policial. Pero lo puedo utilizar como algo positivo», reconoció King, que fue encontrado en el fondo de la piscina de su casa en Rialto (California).
La noche del suceso conducía a unos 160 kilómetros por hora en un coche con otros dos ocupantes. Cuando la Policía le hizo parar el automóvil, King decidió correr porque tuvo miedo de que le descubriesen violando su libertad condicional. No podía conducir ebrio. Los tres hombres habían pasado la noche en casa de un amigo bebiendo y viendo un partido de baloncesto. Cuando le hicieron la prueba de alcoholemia cinco horas después de recibir la paliza, los niveles de licor encontrados en su sangre estaban al límite de lo permitido para ponerse al volante. Esto significa que de haberse realizado los test inmediatamente después de ser parado por la Policía podría haber tenido en la sangre más del doble de alcohol permitido.
En abril de 1992, un año después de la agresión, la decisión de absolver a tres de estos agentes provocaron las famosas revueltas de Los Ángeles, que terminaron con la intervención de la Guardia Nacional, el Ejército y los Marines para restaurar el orden. Se registraron 53 muertos, 2.383 heridos, 7.000 incendios, 600 edificios calcinados, 3.100 negocios afectados y mil millones de pérdidas.
King, que demandó a la ciudad por la paliza, fue compensado con 3,8 millones de dólares, a pesar de que el día de su muerte apenas tenía fondos.
Siempre renegó de su destino de convertirse en héroe de los derechos civiles en Estados Unidos. Lejos de estar dispuesto a tomar el relevo de Martin Luther King Jr. o Malcolm X, fue encarcelado en 1993 a consecuencia de un accidente de coche. Otra vez por conducir bajo los efectos del alcohol. Después, ingresó en un centro de rehabilitación. Dos años más tarde, fue arrestado por golpear el automóvil de su mujer, a la que también agredió. Fue sentenciado a tres meses de prisión. En 2003, fue arrestado de nuevo por saltarse un semáforo mientras conducía, de nuevo bajo los efectos del alcohol. En 2007, recibió varios balazos, en la cara y los brazos, mientras iba en bicicleta. Hace cuatro años volvió a ingresar en un centro de rehabilitación. El 3 de marzo de 2011, el aniversario de la paliza, fue retenido por la Policía de Los Ángeles por «conducción irregular». En abril de 2012, su nombre volvió a escribirse en los titulares de los medios de comunicación. Fue cuando King reconoció que la cinta de los gritos grabada por la policía en el caso de George Zimmerman por la muerte del joven Trayvon Martin le recordó a la paliza que recibió hace dos décadas.
No se pudo casar
Pero entonces ya casi nadie se acordaba de él. En la era de Twittery Facebook, muchos jóvenes preguntaron quién era Rodney King. A pesar de huir siempre de la fama, se le recordará por la frase que pronunció en medio de la polémica de su paliza cuando se preguntó en una rueda de prensa: «¿Podemos llevarnos todos bien?».
Con tres hijas, iba a casarse con Cynthia Kelley, que fue uno de los miembros del jurado en la causa civil que interpuso contra la ciudad de Los Ángeles. Fue Kelley la que llamó a la Policía el pasado domingo 17 a las 5:25 de la mañana hora de Los Ángeles. Los servicios de emergencia intentaron reanimarle, pero se le declaró muerto en el hospital 46 minutos después de la llamada de aviso.
Los vecinos relatan que antes de que los agentes llegaran a casa de King escucharon voces, música y sollozos antes de oír el sonido de un fuerte un zambullido en el agua de la piscina, donde le gustaba bañarse por las noches.
El final de la escapada
El cuerpo de Rodney King fue descubierto por su prometida, Cynthia Kelly, con quien tenía previsto casarse. Fue la Policía de Rialto, población californiana próxima a Los Angeles, quienes encontraron a King en el fondo de la piscina. El cuerpo no presentaba heridas aparentes ni señales de que pueda tratarse de un asesinato, aunque la Policía investiga su posible ahogamiento y los forenses preparan la autopsia. Desde los sucesos de 1991, la vida de King ha sido una huida sin fin. Como una «celebrity» más, en una de sus últimas apariciones en el progrma «Celebrity Rehab» de la televisión VH1 confesó su adicción al alcohol y a que estaba siendo somentido a un tratamiento de desentoxicación. No era la primera vez.
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