Marbella

El ocaso de Ubrique

A pesar de los problemas económicos de los Janeiro, su madre asegura: «Ya quisiera la ruina de Jesús para mí»

El ocaso de Ubrique
El ocaso de Ubriquelarazon

No son buenos tiempos para «el clan». Las últimas informaciones apuntan a que los Janeiro sufren la crisis de primera mano. Pese a todo, Jesulín se mantiene optimista al afirmar que «los tiempos que corren no son fáciles para nadie, pero las mil quinientas corridas de toros que he protagonizado dan para algo», respondie seguro el diestro.

La familia de Jesulín tiene –o tenía– numerosas propiedades y negocios, que van desde las explotaciones agrarias hasta inmobiliarias y, por supuesto, la joya de la corona: la finca Ambiciones, el símbolo de los años de oro de los de Ubrique. Las especulaciones no cesan y más después de que el torero haya confesado su mayor secreto: «He tenido que vender todo lo que tenía». Aunque su madre, Carmen Bazán, ha quitado hierro al asunto al asegurar que «ya quisiera yo la ruina de Jesús para mí». En los últimos meses, el diestro podría haberse deshecho de sus propiedades más queridas y de los apartamentos de Marbella para mudarse a un chalet en Arcos de la Frontera, valorado en más de un millón de euros, aunque al parecer podría haber acordado con la promotora pagar un alquiler mensual de 850 euros. «Él ha vendido y comprado lo que le ha convenido», matiza su madre.

Ambiciones, ahora habitado únicamente por el ganado del torero, cerca más de 300 hectáreas, que compró en su día por cerca de 540.000 euros. Pero eran otros tiempos, cuando el de Ubrique triunfaba en los ruedos y las «fans» le seguían allá a donde iba.

Tiempos de gloria de los que hoy queda poco o nada. Bazán reconoce que «este año ha habido de todo, como en botica. Lo mejor es que tengo una familia unida y lo peor es cómo han ocurrido las cosas», prosigue. Y es que, a pesar de las múltiples polémicas que les rodean, hasta ahora «hemos estado todos muy unidos», explica la matriarca a pesar a los rumores de continuas disputas internas. Eso sí, el diestro siempre ha sabido cómo echar el capote a su familia. Tanto es así que, según la deslenguada Belén Estebán, Jesulín «ha sido un desgraciado por culpa de su familia. Él nunca se ha creído que fuera Dios, sino quienes le rodeaban». Al parecer Jesulín no tiene la suerte de cara: los problemas con Hacienda, las críticas de ex empleados, el distanciamiento de su hija Andrea, además de las consecuencias de la «Operación Karlos» no se lo están poniendo nada fácil. Y es que las desgracias nunca vienen solas, de hecho la vinculación deMaria José Campanario con este fraude a la Seguridad Social ha deteriorado aún más a la familia. Ahora, al igual que en el ruedo, Jesulín debe seguir las palabras de Victoriano de la Serna, quien afirmó: «El torero jamás es un cobarde, aunque, a veces, experimente la sensación indescriptible del miedo».


Del éxito ¿a la ruina?
- En sus tiempos de gloria, facturó alrededor de 24 millones de euros en seis años y compró la finca Ambiciones por cerca de 90 millones de pesetas.
- En los últimos meses ha tenido que vender sus propiedades de Jerez y la finca El Bosque, con plaza de toros incluida.


Carmen Bazán se pone a plan
Los turrones y el pico que recibe por ser imagen de la marca farmacéutica han ayudado a la matriarca de ambiciones a comenzar la dieta de la alcachofa, conocida por sus buenos resultados y porque ya se han sometido a ella numerosos rostros conocidos, entre ellos, su nuera, María José Campanario, Pastora Vega y Rocío Carrasco. A la madre de Jesulín ya se le notan esos kilos de menos, que ha rebajado gracias a este régimen, que acompaña «de una alimentación sana y deporte», ya que ha confesado que acude con frecuencia al gimnasio. Asegura cuidarse, pero no «para encontrar pareja», que está encantada sola, sino para «sentirse bien». Carmen confiesa ser «adicta» a esta hortaliza, que «cocino estupendamente a la sartén y con un poquito de ajo». Mientras, su ex marido, Humberto Janeiro, prepara sus memorias, en las que al parecer hará un buen repaso a todo el clan de Ubrique. «No me importa nada lo que haga este señor y no temo nada de lo que pueda contar», dice.