Un segundo plato para Jiménez por Sergio ALONSO

Trinidad Jiménez debería replantearse muy mucho su permanencia al frente del Ministerio de Sanidad y Política Social. La causa de la delicada situación que atraviesa ahora mismo en este departamento no es sólo la estrepitosa derrota sufrida a manos de Tomás Gómez en las primarias de Madrid pese a contar con el apoyo de casi todo el aparato federal, sino el escenario completo en el que se ha desarrollado la misma. Me explico: desde que fue llamada a filas por Ferraz para apartar a un lado al candidato díscolo, Jiménez delegó en sus altos cargos las manijas del Ministerio, e incluso hizo uso de él para incrementar su presencia mediática en plena campaña: apertura de centros cívicos, entrevistas, mañanas perdidas...

El número de actos ajenos a la Sanidad en los que participó Jiménez durante su contienda con Gómez fue alto, muy alto. Tras la debacle sufrida a manos de los militantes madrileños, a la malagueña no le ha quedado otro remedio que volver a convertir ahora en principal el que hasta hace sólo siete días ella misma consideraba como segundo plato, el propio Ministerio; en pocas palabras: ha quedado apresada en la jaula de la que con tanto ahínco como empeño trató de escapar.

Desgraciadamente, la situación de la Sanidad española, sumida en la más absoluta bancarrota, no admite lujos de este tipo. Si algo precisa ahora el sistema es un ministro fuerte y dedicado en cuerpo y alma a reparar los daños que sufre . Daños casi irreversibles, que adoptan la forma de un roto descomunal en las arcas autonómicas, el sufrimiento de las empresas que operan en el sector, la ausencia absoluta de políticas de recursos humanos y una falta inexplicable de políticas de cohesión que se verán agravadas por el tijeretazo a los presupuestos.