Conciertos
«E pur si muove»
Se construyeron catedrales para engrandecer la posibilidad de la salvación de los hombres y, en el siglo pasado, las catedrales comenzaron a tener forma de estadio. La gente creyó que, por sus dimensiones, en aquellos espacios, donde se iba mayormente a respirar, había una salvación concreta: la salvación de la vida de los últimos siete días. El fútbol habita en una tercera dimensión, es inexplicable. Sin entrar en detalles, porque sería exagerar su condición, comparte alguna característica con el amor: a los que se sienten afectados por él, a veces les hace dormir bien y otras no les deja conciliar el sueño. Los políticos, que se lucran como con el oro de los pobres, serían incapaces de ofrecer un invento tan absurdo y productivo, productivo de la dorada mentira que es la felicidad, se entiende. Esto es, si un «galileo» balompédico, extraviado en mitad de junio de 2010 logra una cita con el G-20 y, entre ordenadores portátiles y sandwiches de expendedora, explica que nuestra solución (masiva, inconcreta, dispersa, efímera, como todas las soluciones humanas) pasa por enfrentar a dos equipos de once hombres que persiguen un objeto redondo sobre una superficie cuidada de césped, lo condenarían a la hoguera. Incluso antes de explicar que habría que construir estadios de 60 mil espectadores en el centro de las ciudades, con garantía total de negocio. Digamos una obviedad: la Tierra gira como un balón. No lo entiendo pero «e pur si muove».
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