Cataluña

Gobernar Moncloa desde el Palau

CiU recuperará, según los sondeos, la llave de la gobernabilidad de España. Apoyará en 2012 al PSOE si es la fuerza más votada, pero siempre que Zapatero no sea el candidato

Gobernar Moncloa desde el Palau
Gobernar Moncloa desde el Palaularazon

MADRID- La emblemática Plaza de San Jaume, cruce de civilizaciones, se ha convertido en el núcleo por excelencia del poder de la España democrática. Desde ese centro neurálgico de la Ciudad Condal, en 1996 el por entonces Molt Honorable Jordi Pujol inclinó, por indicación de un exhausto Felipe González, el fiel de la balanza de la gobernabilidad española hacia José María Aznar. Y es que Cataluña ha marcado, marca y marcará el destino del país, con independencia del inquilino del Palau de la Generalitat, mientras PP y PSOE no decidan un cambio de la Ley Electoral. Como botón de muestra, el nuevo sistema de financiación autonómica impuesto en España fruto de la reforma del Estatut acometida bajo la batuta del Govern tripartito.

Por eso, aunque el próximo 28 de noviembre las urnas cambien al propietario coyuntural del Patio de los Naranjos, sobrenombre con el que se conoce al Palau, Cataluña, como siempre, seguirá dirigiendo la suerte del país. Precisamente, en esa cita electoral CiU, según reflejan todas las encuestas, volverá a recuperar el poder después de siete años de larga travesía del desierto en la oposición.

Si las empresas demoscópicas, por el contrario, se equivocaran, la derrota en la reconquista de la Plaza de San Jaume se convertiría en la sepultura de Artur Mas, eterno aspirante a president de la Generalitat. No obstante, los sondeos dan por garantizada su victoria casi rozando la mayoría absoluta y con ella el regreso de la federación al poder. Los nacionalistas catalanes, defensores a ultranza del derecho a decidir, léase del derecho a la autodeterminación, del pueblo catalán, volverán, por tanto, a partir del 28-N a recobrar el Ejecutivo y a poseer de nuevo la llave del Gobierno de España con mayor influencia que desde la bancada de la oposición en Cataluña, tal y como demuestra la historia reciente.


Sentido de Estado
La visión de la derecha y la izquierda sobre CiU y sus dirigentes es unánime: «Es una fuerza con gran sentido de Estado, pese a sus raíces nacionalistas». En diversas y dispares ocasiones ha demostrado su compromiso con la gobernabilidad del país, como en 1996. Por aquellas fechas, un agónico González demandó a Pujol que diera su respaldo a Aznar para erigirlo en el nuevo inquilino de La Moncloa, pese a la pírrica victoria del PSOE.

Esta alianza estratégica, a la que se sumó el PNV, transformó la primera Legislatura de Aznar en una de las más fecundas de la democracia. Cuatro años más tarde, el líder popular revalidó su poder por mayoría absoluta, con el inestimable respaldo de CiU. A cambio, el PP le dio su apoyo en el Parlament. Sin embargo, esa unión se convirtió en la fosa de CiU y provocó la derrota de Artur Mas, el hereu de Pujol, tras el castigo infligido por sus votantes.

A partir del 2003 se abrió una etapa en Cataluña sombría con un gobierno tripartito, que ha hecho historia por sus tropiezos más que por sus conquistas sociales. De ejemplo queda para los anales la polémica visita del por entonces president Maragall y el líder de ERC Josep Lluís Carod Rovira a Israel en mayo de 2005. Ambos dirigentes protestaron en suelo israelí por la ausencia de la bandera catalana en un homenaje a Isaac Rabin. Un año y medio antes, el republicano firmó para desconcierto de propios y extraños una tregua con ETA en territorio catalán, después de buscar por todos los medios a su alcance una cita con el histórico dirigente etarra Josu Ternera.

Pese a los despropósitos del tripartito, que colocaron a los pies de los caballos al ya presidente Zapatero, los catalanes continuaron recelando de CiU, fuerza a la que no perdonaban su pacto con el PP. Por eso en noviembre de 2006 volvieron a posibilitar que el PSC, IC-V y ERC gobernaran de nuevo.

Detrás de esa alianza se esconde una intrahistoria de intrigas y traiciones palaciegas, que explican la escena política actual. Desde que llegó a La Moncloa, Zapatero, necesitado numéricamente de continuas alianzas parlamentarias, diseñó una estrategia para desembarazarse de ERC, su «molesto» y polémico socio, y entregar el Palau de la Generalitat a CiU, un futuro aliado más estable, con poso político y mejor visto por todo el arco parlamentario, incluido el PP.


Al amparo de la noche
Con nocturnidad y alevosía, en una fría noche de enero de 2006 selló con un apretón de manos un acuerdo de caballeros con Mas. Zapatero se comprometió a forzar un adelanto electoral en Cataluña, a sustituir a Maragall por Montilla, que creía más dócil, y a que gobernara la lista más votada, es decir, CiU. A cambio, un incauto Mas garantizó su respaldo a la reforma del Estatut, modelo que el Gobierno quería exportar al País Vasco.

Maragall y Montilla, protagonistas sin desearlo del pacto, se enteraron por la Prensa del mismo. Desde entonces, tramaron su venganza. Maragall, forzado por La Moncloa a tirar la toalla, dio públicamente la espalda al presidente. El momento de la vendetta de Montilla llegó el 1 de noviembre. En esa jornada, las urnas volvieron a posibilitar que el PSC sumara con ERC e IC-V para formar gobierno. El actual president catalán esgrimió la autonomía del PSC para desoír el requerimiento de su jefe de filas y servirle en bandeja la Presidencia a Mas. El resto de lo sucedido es ya historia. Desde esa fecha, el líder nacionalista no ha olvidado ni perdonado el engaño de Zapatero, al que aún hoy en día reprocha prometer lo que no estaba en sus manos cumplir. Ahora, cuatro años después, parece que ha llegado su hora de ajustar cuentas. Si los vaticinios se cumplen, el PSC sufrirá una dura derrota en los comicios del 28-N.

CiU recuperará el poder y con él la fuerza de decidir en España. Fuentes nacionalistas no descartan que la federación entre en el Gobierno central de la mano del PSOE tras las próximas generales. Eso sí, siempre y cuando Zapatero no sea el candidato y los socialistas sean la lista más votada. En Ferraz, cuartel general del PSOE en Madrid, se trabaja por esa alianza. Pese a su unión con el PNV, cree más llevadera «la mochila de CiU». Mientras, el PSC se verá forzado a buscar una aproximación a CiU y a desmarcarse de ERC. Tras la experiencia pasada, Mas, por su parte, tiene claro que no pactará con el PP en Cataluña. Otra cosa será en Madrid.


Pacto de caballeros
- 1996
Un exhausto Felipe González demandó al por entonces president catalán que inclinara el fiel de la balanza de la gobernabilidad de España hacia el líder popular.
- 1996-2000
José María Aznar se convirtió en el jefe del Gobierno de la mano de Jordi Pujol y su primera Legislatura fue una de las más fecundas de la democracia.
- 2004
El líder de ERC Josep Lluís Carod Rovira se convirtió en un socio «molesto» para el presidente Zapatero, después de pactar con ETA una tregua sólo para territorio catalán.
- 2006
El jefe del Ejecutivo, necesitado de alianzas estables, selló un acuerdo de caballeros con Mas para dar el Palau de la Generalitat a CiU a cambio de su respaldo en Madrid.