Conciertos

Poppea en la cima de la sensualidad

Danielle de Niese, como Poppea, ha demostrado que su voz tiene una musicalidad irreprochable
Danielle de Niese, como Poppea, ha demostrado que su voz tiene una musicalidad irreprochablelarazon

«L'incoronazione di Poppea»Monteverdi. Intérpretes: Danielle de Niese, Philippe Jaroussky, Anna Bonitatibus, Max Emanuel Cencic, Antonio Abete, Ana Quintans. Orquesta Les Arts Florissants. Director musical: William Christie. Director de escena: Pier Luigi Pizzi. Teatro Real, Madrid. 16-5-2010.

Éxito indudable de esta producción de la tercera ópera de la trilogía monteverdiana. Se ha utilizado le edición de John Cable, que resume y abrevia otras, como la reciente de Vartolo. La obra tiene de tal forma mayor unidad, es algo más compacta, aunque siga in quedar claro qué es exactamente lo que escribió Monteverdi y lo que redactaron otros como Cavalli, Sagrati o Ferrari. Nos continúa asombrando la impecable construcción y la articulación de todas las maneras de cantar conocidas en la época: canto virtuoso, canto simple, canto que busca el afecto… Canto sensual en el más amplio sentido.Se consigue una fusión casi perfecta entre recitativo, arioso y aria. Christie y sus adiestrados doce músicos atendieron con sutileza y compacta sonoridad estos aspectos. La elección de ritmos, no siempre enérgicamente marcados, y de timbres, nunca clara, es muy juiciosa. Lo mismo que la de las voces: las escuchadas responden aproximadamente a las que debieron estrenar la ópera en 1643, unos meses antes de la muerte del compositor. Algún aprietoJaroussky es un contratenor soprano, sutil, exquisito en la delineación, desahogado en la emisión, un Nerone de categoría, y Cencic, Ottone, contratenor mezzo más que contralto, lo que le puso en algún aprieto en la zona más grave, domina el registro modal. De Niese no posee una voz del otro jueves, pero canta con musicalidad irreprochable. Gentil y fresca la Drussilla de Ana Qunitans. Quizá excesivamente estentórea y vibrátil, la mezzo Bonitatibus, una sólida Ottavia. Abete es un bajo de cámara, insuficiente para Séneca, aunque está en estilo. Del resto, quitando quizá el Mercurio de Damián Whiteley y la Nodriza del exagerado y un poco destemplado José Lemos, más tenor que contratenor, hay que hablar bien. Pizzi plantea una escena neoclásica con algunos figurines muy bellos y otros muy feos y una acertada diversificación de acciones, bien engrasada, con ciertos detalles de guardarropía poco felices. Se juega con espejos y se maneja la luz con fortuna. Sorteó con inteligencia las escenas escabrosas, sugeridas por el gran libretista Busenello, potenciadas por la sonoridad y el fraseo instrumental y por la intencionalidad de las voces. A este respeto nos gustó mucho el erótico dúo entre Nerone y Lucano, un adecuado Mathias Vidal. Los rasgos psicológicos de los personajes principales quedaron acertadamente fijados.