Historia

Barcelona

Arturo Macías: «Me temí lo peor al ver que no podía respirar»

El torero mexicano reaparecerá finalmente en Barcelona

Arturo Macías: «Me temí lo peor al ver que no podía respirar»
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«Cuando vi que no podía respirar, pensé que se me había terminado este corrido mexicano por España, me temí lo peor». Habla Arturo Macías. Tan sólo han pasado cinco días de su escalofriante cogida en El Puerto de Santa María (Cádiz) con dos cornadas en la caja torácica, afectando la pleura, pero el torero azteca está «de nuevo dando guerra».«Aferrado a la vida», como asegura desde la habitación en la que descansa a la espera de un alta hospitalaria que puede llegar hoy mismo.–¿Cómo se encuentra? –Agujereado, pero bien. No es algo que me venga de nuevas. Ya son once cornadas –la cuartaen lo que va deaño– y cuatro fracturas en mi carrera, así que lo veo como algo natural, muypropio de esta profesión. –La recuperación va a ritmo meteórico, puede salir en las próximas horas del hospital. –Sí, estoy entonado. Me han recomendado moverme lo menos posible, porque aún me duele bastante, sobre todo, al toser o reírme. Ayer estornudé y vi las estrellas, pero los médicos son optimistas. Hoy –para el lector– van a hacerme nuevas placas y si lo consideran oportuno, es probable que me manden para casa. –¿Sigue pensando en vestirse de luces el domingo en Azpeitia?–Bueno, quiero torear. Pero, Antonio –Corbacho, su apoderado– y los doctores me han sentado en la cama y me han hecho ver que es literalmente imposible. Sería un atropello a la razón. La herida está fresca. Me expondría a que se abriera de nuevo, el pulmón se volviera a contraer y tuvieran que colocar de nuevo el tubo. Sería retroceder demasiados escalones. –Despacito y buena letra…–Sí, eso me han transmitido. Lo primero es tener el alta. Luego, el jueves próximo volverán a hacerme un chequeo y si todo está en orden, el viernes me dejarán ya entrenar de salón. Algún día más necesitaré para poder correr. El resultado final de la ecuación es llegar con todas las de la ley el 15 de agosto a Barcelona. –Vaya un lugar para el regreso… ¡Con la que allí está cayendo! –Sí, ya me contaron, pero eso me ilusiona aún más si cabe, porque seré uno de los últimos mexicanos en poder torear allí. Espero que la situación pueda invertirse, porque en nuestro país durante muchos años fue el trampolín para muchos compatriotas: tenía más peso que la plaza de Madrid.–Volviendo a la cornada del domingo, ¿ha visto la cornada?–Sí, me la pusieron por Internet. Era un toro complicado, mirón, lo maté por derecho, le di el toque, pero hizo caso omiso. Me agarró con un pitón y con el otro me hirió, desinfló el pulmón. Sentí la falta de oxígeno y un dolor brutal al clavarme por segunda vez. Al caer al suelo, traté de incorporarme para tomar aire. Era imposible.–Momentos agónicos, ¿Era consciente del «tabaco» que llevaba?–Decían que perdí el conocimiento, pero tengo recuerdos de casi todo: me quitaron la ropa al llegar, los dos agujeros que vi en el pecho, el doctor Mendoza hablándome... Pensé que me había roto el bazo o tenía otra cornada en la izquierda, porque era lo que más me dolía. Hubo fortuna. Esta guerra no sé que me costará, pero la voy aganar.