Catolicismo
Hermosas palabras por Fernando Vilches
Cuando determinadas circunstancias de la vida te obligan a parar tu ritmo habitual, se pueden hacer dos cosas: lamentarse o aprovechar la inactividad física para poner en marcha con mayor fuerza la mental. Entre tanta desesperanza, tristeza e, incluso, miedo, que están causando los acontecimientos políticos y económicos, con un Gobierno que no explica con humildad a los ciudadanos el porqué de estas durísimas medidas; con una oposición que debería estar avergonzada por tener muchísimo que ver con lo que está pasando; con unos sindicatos que sólo miran por sus privilegios; hoy quiero regalar a mis lectores unas hermosas palabras que me ha prestado un escribidor. La primera «milagro»: «Hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino». Yo en mi vida ya he recibido tres. El día que conocí a mi mujer, el día en que nació mi hija, tras años de lucha durísima con la enfermedad y, hace poco, en un suceso que me ha inspirado esta columna. Haberlos, haylos, aunque no tengamos tiempo de pararnos a percibirlos. La segunda, «amor». No necesita definición, pero yo lo he sentido con fuerza en estos días en la familia de sangre y en la elegida libremente. «Amistad» es la tercera: «Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato». Los amigos de verdad, los que están ahí siempre, sin molestar y que te dicen con sencillez: «sabes donde estoy si me necesitas». Y estas tres bellísimas palabras me llevan a la última que hoy quiero compartir con todos: «esperanza», en sus dos vertientes: la cristiana: «Virtud teologal por la que se espera que Dios dé los bienes que ha prometido», y la denotativa: «Estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos». Por la experiencia de estos días, les aseguro que todas estas palabras son contagiosas.
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