Asia

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El Horizonte Afgano

La Razón
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El viaje a Washington del presidente Hamid Karzai con medio Gobierno trajo a Afganistán de nuevo a la actualidad. Cuatro días de la semana pasada con mucha Casa Blanca y encuentros a todos los niveles. El sueño de Zapatero. Sirve para subrayar la importancia de un país semimedieval, perdido en el interior de Asia. La crisis económica está en el primer plano mundial, pero Afganistán, con todo lo que significa, no le va muy a la zaga. La visita representa un giro por ambas partes. Washington se había dedicado al vapuleo del personaje de la verde capa, que tantas esperanzas había suscitado en los primeros años que siguieron a la caída de los talibán. Pero últimamente corrupción era la palabra más usada al referirse a él y su entorno. Revalidó su puesto con fraude electoral y los dineros de la ayuda desaparecían como por ensalmo. Fue pasando de aliado indispensable a principal obstáculo.Karzai no se había mordido la lengua y sus palabras habían fustigado duramente a los que tratan de sacar a su país del agujero en el que se encuentra. Pero al final resulta que no hay alternativa por ninguna de las dos partes. Muy probablemente Karzai hubiera ganado unas elecciones limpias aunque tuviera que haber ido a la segunda vuelta. Y garantías de honestidad democrática nadie está en condiciones de ofrecerlas en un país tan desestructurado como Afganistán. Así que hay una cierta sinceridad de conveniencia en el espectacular acercamiento que se ha producido. A pesar de todo lo que el personaje tenga de obstáculo, sigue siendo igual de necesario y el enfrentamiento resulta todavía menos productivo. La estrategia de Obama presupone un Gobierno en Kabul que pueda ejercer el poder en las provincias representando una opción más atractiva que la de los talibán. La popularidad de éstos es muy limitada, incluso entre su base étnica, los pastún, que nunca han conseguido trascender. Su poder se basa en el miedo y la gente está a la expectativa de ver si la coalición Gobierno-extranjeros les ofrece mayor seguridad y mejor administración. Los talibán han sido capaces de comprenderlo, moderando un tanto su rigorismo religioso y tratado de explotar el desprestigio de Kabul con algún grado de eficacia administrativa allí donde mandan. En la pugna por conquistar los corazones y las mentes, las armas son decisivas, pero el buen gobierno no lo es menos.