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Linares sorprendido por la actitud de Marina Danko por Jesús Mariñas

Almuerzo multitudinario y reconocedor de lo que el empresario Pedro Trapote hace por el turismo español con sus negocios, el madrileño Pachá, la histórica Joy Eslava –antaño teatro de Celia Gámez– y la churrería de San Ginés, siempre atestada de japoneses y norteamericanos.

Pedro Trapote y Begoña García Vaquero, en el homenaje
Pedro Trapote y Begoña García Vaquero, en el homenajelarazon

 La hija del embajador Alan Salomon es una asidua. Sus mejores amigos, desde Lita Trujillo a Vicente Boluda, pasmaron ante la pista de Pachá, vetusto monumento art decó. Al homenaje de Trapote acudió también Javier Hidalgo, fiel al negro impoluto, que en seguida dejó a su madre Elo (muy delgada y hasta irreconocible) por Israel Bayón. Con los Trapote mayores, Pedrito, Marta y Sergio, Cayetano dejó impronta de elegancia más allá de los ruedos, como también lo hacen Manzanares, Javier Conde y Miguel Abellán. Son ejemplos del refinamiento masculino que se aleja de la estética remilgada y extrema del duque de Feria.

Por allí también estaban Felipe González y su pareja Mar García Vaquero, cuñados del homenajeado que «merecería el Nobel por dejarnos fumar en el comedor. Esto ya no se da», comentaba entusiasmada Charo Vega como contrapunto a lo que, en pleno desahogo, contaba Palomo Linares: «Nunca creí que se portaría así, pero he visto la luz. Parece increíble tal comportamiento tras una vida juntos». Se lamentó, liberado y sin descomponer el gesto, siempre respetuoso y digno. Se refugia en su pintura. «El 11 inauguro otra exposición con esculturas. Es en el Centro Financiero», adelantó sabiendo que ese día actúa en Pachá como batería uno de sus hijos. La vida sigue pese a las traiciones de las que también se lamentaba Charo Vega: «¡Qué me vas a contar compadre! También el bailarín me ha dejado por su esposa tras diez años juntos». Con Palomo comentó que Lolita sigue sin hablarle tras confirmar en «Sálvame» lo que tuvo con su casi ahijado Fran Rivera.

Pero estos comentarios no llegaron a los oídos de Cayetano, que estaba eufórico «porque estoy de vacaciones». Compartió charla con Bea Abascal, siempre deslumbrante. Su familia solía dejarles alguno de sus cortijos para que los niños de Carmen Ordóñez entrenaran, reconoció Maika Pérez de Cobas, seguida por el joven Aitor, la marquesa de San Eduardo y un Luis Gil que presumía de sus 87 años. Arturo Beltrán, empresario de Vistalegre, opinaba que el futuro del toreo está en rebajar las entradas «porque ningún joven, y menos ahora, puede permitirse gastar 150 euros en una tarde», aseguró ante Raúl del Pozo y José Antonio Muñoz.
La esposa del homenajeado, Begoña, se emocionó cuando Trapote dijo que ella ha sido «el estímulo» durante los últimos quince años. El empresario también agradeció el apoyo de sus hijos, aunque Lucio no estuvo en la comida porque lo habían operado en la víspera.