San Sebastián

El príncipe Coronado

Su interpretación en «No habrá paz para los malvados» no deja lugar a dudas: es una de las mejores de su carrera. Enrique Urbizu presenta en San Sebastián este «thriller» con el terrorismo islamista como telón de fondo

Urbizu trae a San Sebastián un thriller imparable donde brilla Coronado
Urbizu trae a San Sebastián un thriller imparable donde brilla Coronadolarazon

Gordo, melenudo y alcoholizado. La imagen de Coronado en la nueva película de Enrique Urbizu bien podría ser la de un grotesco sheriff de un western sanguinario. Con un revólver en el cinturón y un largo bigote, Santos Trinidad, su personaje, es el antihéroe por excelencia, el policía cazador que vive, sin embargo, una realidad muy lejana a la del salvaje Oeste. Locales de prostitutas controlados por narcotraficantes y tugurios de mala muerte de Madrid son el hábitat de este hombre sin posibilidad de redención. La historia ya tiene todos los ingredientes de un thriller, pero, al conducirnos por las entrañas del terrorismo islamista a través de las investigaciones del policía protagonista, «No habrá paz para los malvados» se convierte en un proyecto mucho más ambicioso para, por primera vez en el cine español, acercarse con sutileza pero determinación a los sucesos del 11-M.

«Vamos a arrasar»
«Santos Trinidad odia todo, incluso a sí mismo. Es un cabrón envenenado que inicia una caza humana; todo le da igual y no sabemos por qué. Tampoco importa. Pero durante sus investigaciones se encuentra con un tema mucho más complejo», cuenta el actor sobre este personaje que defiende con pasión, consciente de que sin duda es uno importante entre muchos de su carrera. Sin ánimo de alabarse, concede el mérito al talento de Urbizu, con el que compone un tándem ganador: «Nunca antes había tenido esta sensación de que vamos a arrasar. "Caja 507"es un juego de niños en comparación con esta película». No exagera. «Es el trabajo del que estoy más orgulloso de mi carrera en el cine», asegura. Urbizu tampoco disimula su satisfacción con el resultado.

No es un novato en el género: durante su larga trayectoria como actor habrá encarnado a un policía en más de una decena de ocasiones. Pero con Santos Trinidad la inmersión fue total. «He interpretado muchas veces papeles similares. Un día, de pronto, me llegó el mejor del mundo. Engordé siete kilos, me dejé crecer el pelo y alimenté mi cabeza durante meses de dejadez. Hubiera hecho cualquier cosa por este personaje», asevera. Cuando las quinielas ya lo señalan para premios en San Sebastián y los próximos Goya, la satisfacción que le ha dado Santos Trinidad parece sobrarle, y anhelar este tipo de reconocimiento no parece estar entre sus planes. «Yo ya he recogido un Goya por hacer este papel. Además, lo de los premios es muy relativo. Me siento querido y respetado. No puedo pedir más. He vivido dignamente durante 25 años de ser actor».

Isaías y los malvados
Ocho años fueron necesarios para sacar adelante «No habrá paz para los malvados», pero este tiempo, en el que Urbizu y Coronado estuvieron con la historia entre manos ha jugado en su favor. «Enrique y yo hablamos innumerables veces sobre Santos Trinidad. Sin duda, hemos hecho mejor las cosas que otras veces; también sabemos más. Cuando comenzamos a rodar sólo tuve que sacar un hombre que ya tenía dentro desde hacía tiempo. Me resultó bastante fácil, y con sólo mirar a Enrique ya sabía lo que tenía que hacer», cuenta el actor, que recuerda como otra parte del «adoctrinamiento» el significado de la cita bíblica de Isaías que da título a la película, y que, además, otro hombre controvertido, el actor Errol Flynn, dejó grabado en su epitafio.

No trata sobre los atentados
Al hablar con sus dos protagonistas, el 11-M sobrevuela constantemente la conversación: aunque las referencias no sean exactas, es imposible evitar la inferencia. Urbizu, sin embargo no quiere cargar las tintas: «No es un película sobre estos atentados, sino de cómo es posible que sucedan. De hecho, también existen referencias al 11-S. Se aborda el tema de una manera abstracta y general. Me daría mucho pudor hablar de forma más explícita sobre los atentados porque todavía hay mucho sufrimiento alrededor», aclara el realizador, que, como Coronado, no puede disimular su satisfacción por el resultado final. «Creo que he hecho un thriller en la línea de los que admiro, es decir, exigente con el espectador, al que no se le da nada masticado y que tiene que atar cabos», aclara. Tanto, que el azar se convirtió en otro de los protagonistas. «Creo que la frase "Estamos vivos de milagro"que dijo un compañero después de verla es una conclusión muy acertada que se puede extraer de esta historia. Da miedo pensar en el mundo en que vivimos», añade.

El director no excluye de este mundo a España. Es más: reivindica la necesidad del cine negro en nuestro país. «No es algo exclusivo de Estados Unidos y no me siento deudor de su cine. Desde luego que han hecho películas maravillosas de este género, pero hay que pensar que la delincuencia organizada y el tráfico de drogas es una realidad también en nuestro país. Los periódicos están llenos de serie negra», sentencia.


Glenn Close, desde Irlanda
Tras la presencia de Clive Owen en San Sebastián, la siguiente estrella de la agenda del festival es Glenn Close, que llegó ayer para recibir el Premio Donostia y presentar su nueva película, «Albert Nobbs». La cinta, coescrita por la actriz y el novelista irlandés John Banville, cuenta con la dirección de Rodrigo García, trata sobre una mujer que se hace pasar por un hombre para encontrar un trabajo en la Irlanda del siglo XIX, y termina enredada en un curioso triángulo amoroso. Close, protagonista de «Las amistades peligrosas» o «Atracción fatal», recogerá el premio a la carrera sucediendo a Julia Roberts, galardonada en 2010.