Atlético de Madrid
Intolerable Atlético
Si el Atlético llegó a Alicante con la cabeza puesta en la Copa y en el Real Madrid, el panorama es malo para los rojiblancos, pero si no fue así y lo que mostró el equipo en el Rico Pérez es todo lo que tiene, la cosa es todavía peor.
El Hércules ayudó a los madrileños a ahorrar energías para el jueves convirtiendo la segunda parte en un partidillo de entrenamiento, porque el encuentro de verdad, el de la jornada 18ª de Liga, ya se había acabado en el descanso. Los alicantinos fueron un francotirador armado con una escopeta de mira telescópica, mientras los atléticos hacían el papel de inocentes víctimas que cruzaban la calle sin saber que les iban a acribillar desde la azotea del edificio.
Con una lección de fútbol y de remate liquidó el Hércules al Atlético, que pagó carísimo el espíritu light, descafeinado, con el que salió del vestuario. El bloque madrileño fue un grupo sin alma, que no ofreció la intensidad mínima necesaria para no hacer el ridículo ante un equipo de Primera División. Mientras Tote disfrutaba jugando la pelota a su antojo, Agüero se amargaba cada vez más con el brazalete de capitán en el brazo. El argentino es buenísimo, pero no puede hacer milagros todos los días. Diego Costa es su acompañante en ataque, pero si el «Kun» estuviera solo el resultado sería el mismo. Ayer se hartó de correr, como siempre, y ante la imposibilidad de que sus compañeros le llevaran el balón, decidió bajar él a buscarlo. En una de esas, habilitó a Filipe Luis, incapaz de resolver ante Calatayud.
El juego de toque en el centro del campo rojiblanco era una utopía con Assunçao, Mario Suárez y Raúl García, y los cuatro de atrás se hicieron el «hara-kiri» varias veces. El primer beneficiado del desastre defensivo rival fue Tote, al que permitieron meterse en el área y llevarse todos los rebotes hasta encontrar el gol. El balón entró junto al palo que debía cubrir De Gea, que ayer no pudo estar un nivel por encima del resto dentro del desastre.
El Hércules dominaba y triangulaba, conceptos inalcanzables ayer para el Atlético, pero lo que mejor hizo fue rematar. Valdez aprovechó una incomunicación entre Filipe Luis y Domínguez para fusilar desde fuera del área sin ningún rival dispuesto a complicarle el remate.
Thomert abandonó la banda derecha un momento y se fue al punto de penalti para cabecear de manual un centro medido del que Godín ni se enteró. Trezeguet se unió a la fiesta con otro gol a la altura de su calidad como delantero. El Atlético llegó al descanso vapuleado y dando una imagen tan penosa que, después del partido, su técnico se vio obligado a pedir perdón por la «grosería» que perpetraron sus chicos en la primera mitad.
Tan superior era y se sentía el Hércules que redujo un par de marchas y dejó pasar los minutos sin querer hacer mucho daño. Se defendía teniendo y tocando la pelota, otra utopía para este Atlético, que no fue capaz de crear nada brillante ni cuando sus oponentes ya casi estaban regulando la temperatura del agua de la ducha. Se fue Agüero y entró Diego Forlán, en busca de minutos y algo de ritmo antes de la visita al Santiago Bernabéu.
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