Cataluña
La suerte del Rey por Alfonso Ussía
El Rey ha sido objeto durante los últimos meses de toda suerte de críticas y desafectos. Todo empezó con un elefante y una fractura ósea. Al abandonar el hospital, El Rey se disculpó, y lo hizo sinceramente. Es decir, que el Rey llevó a cabo un ejercicio de autocrítica que no ha tenido lugar, por parte de político alguno, en los últimos cincuenta años en España. Aun así, le siguieron dando palos, que estaba callado, que hablaba, que iba o venía, que no iba ni venía, y así hasta la saciedad. En condiciones físicas nada recomendables ha recorrido el mundo con importantes empresarios abriendo puertas y los resultados están ahí. No obstante, el feísimo asunto de su yerno deportista ha caído sobre el Rey como una losa, y muchos han intentado involucrarlo en irregularidades ajenas.
Defender la figura del Rey se ha convertido en una especie de delito no contemplado en el Código Penal. El que lo hace es un cortesano, un facha o un cavernícola. Creo coincidir con muchísimos españoles en que Don Juan Carlos ha sido uno de los más grandes y benéficos reyes de la Historia de España. Sir Winston Churchill, en su libro «Grandes Contemporáneos», y refiriéndose a Don Alfonso XIII escribe que ser Rey de España es de las cosas más difíciles del mundo, porque equivale a ser el Rey de una nación con treinta millones de reyes. Nada tengo de emoción monárquica en mi defensa de La Corona. Puro y simple pragmatismo. La Corona representa la unión de los territorios de España, y su ausencia da lugar –la Primera y Segunda República lo atestiguan–, a la descomposición inmediata de su unidad. De ahí que agradezca sobremanera que uno de los más entusiastas políticos independentistas catalanes, Oriol Pujol, se haya sumado a la defensa del Rey. Se le ha ido la olla y ha demostrado ser mucho más español y monárquico que el conde de Godó.
Oriol Pujol, miembro de una poderosa y millonaria familia catalana que no era poderosa ni millonaria dos décadas atrás, ejerce en el Gobierno de la Generalidad de Cataluña el cargo de «Mosca Cojonera» de Mas. En primavera, cuando las moscas cojoneras abundan en las sierras, los cérvidos y caprínidos lo pasan fatal. Y se encabritan. Para mí que Oriol se ha adelantado a la primavera y tiene a Mas encabritado con sus constantes, hirientes y persistentes picaduras.
Y lo ha dicho: «El problema –habrá pronunciado "poblema"–, para negociar es tener enfrente al Rey y no al Príncipe». En lo que respecta al Príncipe, Oriol ha sido aventurado en su osadía, dando a entender que el Príncipe puede negociar lo que no le corresponde y que jamás se prestaría a ello. Lo que ha querido decir Pujol es que, con el Rey enfrente, la independencia de Cataluña –el «poblema»–, es prácticamente de imposible solución. Y lo que ha dicho en fase enloquecida de crítica envenenada, se ha convertido en un apasionado elogio de la persona del Rey, que efectivamente, no va a negociar ni la independencia de Cataluña ni la fusión de Alcobendas con San Sebastián de los Reyes, que ese sí que es un «poblema».
Oriol Pujol nos ha recordado a los españoles que el Rey es el garante de nuestra Constitución, aprobada en su día por el 93% de los ciudadanos censados en Cataluña. Oriol Pujol nos ha recordado que el Rey no va a aceptar ningún proceso de secesión en el Reino, y de paso –que no se asusten los de los aviones–, Pujol nos ha recordado que el Rey es el Capitán General de las Fuerzas Armadas.
Hay que hacerlo marqués, para que sea más que Godó.
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