Teatro

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CRÓNICA NEGRA / Miwa y el agravante de racismo

El castigo será doble si se demuestra que hubo intención de demostrar la falsa superioridad del color de la piel 

La Razón
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Hace tres años y medio que el congoleño Miwa Buene no puede arreglarse por sí solo. Ni siquiera se entera cuando tiene que ir al baño o necesita orinar. Hace tres año y medio, Miwa Buene, de 45 años, salía de un bar en Alcalá de Henares cuando se le acercó un blanco caucásico haciendo el orangután con grandes aspavientos: «Tío, dame un cigarro y un mechero».Miwa le dijo que no fumaba, y que no tenía tabaco, ni mechero. No tenía ganas de hablar y se quería ir a sus asuntos. Pero el blanquito pesado y gorrón le martirizaba hasta que empezó a insultarle.Habría que darle una patada en los dientes al primero que se le ocurrió en un estadio eso de llamarle mono a un hombre negro. «Tú, puto negro –dijo el animal agresor– vete al zoológico. Si no tienes tabaco, vete al zoo, que eres un mono».Miwa estaba inspirado, aunque con pocas ganas de hablar: «Pues vete tú, que tampoco tienes tabaco, que también eres un mono». A Miwa le gusta la licenciatura de Económicas y habla cuatro idiomas. Tiene dos hijos de 12 y 15 años y una mujer con la que no volverá a ser feliz. Todo lo perdió en aquel momento en el que le dio la espalda. El tipo enfurecido se irguió sobre sus patas traseras y le dio un mazazo con uno de sus remos anteriores, como palas de molino de viento.Un golpe capaz de dejar tieso a un tío en el suelo, para que no se levante jamás. Justo cuando el congoleño le dejó a su espalda, el otro levantó el brazo y lo dejó caer sobre la nuca. Tres vértebras, de la dos a la cuatro, aplastadas. Miwa quedó aturdido, conmocionado, sorprendido porque no se podía levantar del suelo. ¿Qué le había pasado?Intentaba comprenderlo, soñando con grandes gorilas blancos cuando cayó en coma: 17 días en blanco para un porvenir negro de toda negritud. Miwa monta una silla de ruedas como la tumbona de un dentista. Sus miembros superiores e inferiores van atados para evitar complicaciones, dado que no puede mover ni pies ni manos.Es un patético Robocob con el que todavía no han acabado los experimentos. Le han operado y le volverán a operar, aunque sin grandes esperanzas. Miwa se mueve con la silla que maneja gracias a su cara. Sabe que ningún esfuerzo será suficiente para que le dejen salir a tomar el sol en la calle. Le cubren la cabeza con una gorra militar. Eso lo sumerge en un ambiente guerrero, quizá ennobleciendo su pasado.Esta semana se ha abierto el juicio oral contra el presunto autor de la tetraplejía que consume a Miwa. Ha negado que le golpeara o que estuviera junto a él, pero la víctima insiste en que nunca podrá olvidar su cara. Hay dos testigos que afirman haberlo visto arrojándose sobre el congoleño y golpeándolo. Esos testimonios parecen apuntalar la petición de sentencia de doce años de cárcel e indemnización millonaria. Pero además hay algo esencial y eso es lo que intenta lograr Esteban Ibarra, presidente de la Asociación contra la Intolerancia: calificar estos crímenes como crímenes de odio y añadir a estos procesos, como ya lo tiene al presunto autor de la muerte civil de Miwa, el agravante de racismo. Es decir, la misma pena por cada muerte, pero si tú tratas mal con la intención de demostrar la falsa superioridad del color de la piel, recibirás doble castigo. Si se demuestra que hubo racismo en este caso, se espera que se refleje en la condena y que, a partir de ahora, se trate de un agravante, algo que afea aun más la conducta de tomarla con uno porque nació de una manera o de otra, en un lugar o en otro, cuando todo eso debe dar igual y sólo hay que tener en cuenta que somos seres humanos con derecho a valernos por nosotros mismos.No te rindasEl hombre que le quitó a Miwa el lujo de poderse arreglar solo ante el espejo debe pagar por ello. Aquí no hay nada de eso de «vaya jaleo por darle una hostia a un negro» o «ni que hubiéramos prendido fuego al zoo».Aquí no hay bromas. Colea una indemnización posible de 400.000 euros y mucha cárcel para el culpable. Un borbotón de cárcel caliente que le empujará a otro tipo de impulsos respetuosos con la civilización que lo soporta. Él será, si lo condenan, un representante caduco del racismo, una doctrina nazi que ha provocado mucho dolor y sigue triunfando entre las masas analfabetas Miwa Buene cuenta con la comprensión de todos nosotros, especialmente dura cuando te ganas su confianza y te dice en un arrebato que lo único que quiere es morirse. Pero no, Miwa. Tienes que vivir para vencer a la silla de ruedas y al monstruo del fascismo. Será ya la marca indeleble de tu lucha sobre nuestro ordenamiento jurídico, tan obsoleto e inadecuado, necesitado de tíos valientes, como Esteban Ibarra: la Monarquía podría estudiar darle el Toisón por defender los derechos humanos y una pirámide de negros como Miwa, separados en dos hélices, escoltarle para que los racistas no tengan la tentación de meterle miedo a los que les plantan cara.