Historia

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El festival por Alfonso Ussía

La Razón
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Como decía el gran Antonio de Lara «Tono», no se puede pedir peras al olmo porque lo han prohibido. La Historia que estudian los jóvenes de las provincias vascas es tan falsa como ficticia. Y ridícula por su sesgo. Un ejemplo: Lo más importante que acaeció en la transición fue el Festival de Cine de San Sebastián. De la Constitución ni una palabra. Y de los quinientos muertos por la ETA en aquellos años, menos aún.
Es muy difícil alcanzar tanta excelencia en el tarugo como han hecho los responsables de la educación vasca. Se puede manipular hasta un límite. Es probable que los donostiarras del futuro se crean a pies juntillas que el Palacio Real de Miramar lo construyó una tía bisabuela de Javier Arzallus, doña Mirenchu Antía, que era una vasca alta, rubia, de andares espaciosos y profunda fe cristiana, como gustaba a Sabino Arana, el del viaje de novios a Lourdes. Del mismo modo que el Teatro Victoria Eugenia se llama así en memoria de Victoria Eugenia Igueldomendi, una bella actriz de principios del siglo XX que, en sus pocos ratos libres, remaba hasta la Zurriola para fortalecer sus brazos. Y que el Hotel María Cristina se erigió en honor de María Cristina Gorroaga, virgen y mártir, que prefirió la muerte a la pérdida de su flor cuando fue sorprendida por un malvado castellano mientras cogía moras silvestres para hacer mermeladas caseras en un senderillo del Monte Ulía. No será difícil convencer a los jóvenes donostiarras de que el club de fútbol de su alma, la Real Sociedad de San Sebastián, le debe el título de Real Club al Rey Imanol I de Amorebieta, el legítimo Rey de los vascos, que sufrió persecución por parte de liberales y carlistas, simultáneamente, y que para salvar su vida, camufló su identidad e ingresó como barítono en el Orfeón Donostiarra, renunciando al trono a cambio de su vida. Antes de su dedicación al canto coral, también fundó la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País y el Real Club de Tenis de San Sebastián, y asimismo inauguró el Acuario del monte Urgull, junto al muelle de pescadores.
La Historia es como se escribe y como se estudia. Pero los grandes historiadores nacionalistas se han equivocado un poco con el Festival de Cine de San Sebastián. No es de la época de la transición política. Es consecuencia de un gesto del franquismo con la ciudad que acogía al general Franco y a su barco, el «Azor», durante los meses de agosto. El alcalde de San Sebastián pidió a Franco ayuda y apoyo para fomentar la afición al cine en aquella ciudad, y el entonces Jefe del Estado dio su consentimiento, ordenando al ministro de Educación que hiciera lo posible por atender al ruego del señor alcalde. Y no sucedió aquello en el llamado tardofranquismo, sino en el franquismo en su pleno apogeo, en la década de los cincuenta del pasado siglo. No obstante, si los historiadores han creído oportuno establecer su creación en la Transición, pues punto en boca, tararí que te vi y «pello Josepe tabernan dala». Era el que escribe un precioso niño con las orejas separadas y el cabello como chorros de oro cuando Silvia Koscina consiguió la primera Concha de Plata del Festival de San Sebastián. Vi una fotografía suya en «El Diario Vasco», comenté que estaba buenísima y mi madre me regañó por mi sucio entusiasmo.
En fin, un lío. Ahora me entero de que en la transición tenía nueve años.