Bruselas

Los errores de la agricultura

La Razón
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De aquellos polvos provocados por las disparatadas políticas de España frente a las decisiones de gran calado para nuestra economía, tenemos ahora estos lodos desbordados que ponen a nuestro sector primario contra las cuerdas, y justo, en el peor de todos los momentos posible. Los estados miembros de la Unión Europea (UE) han actuado siempre con coherencia y unidad de puertas hacia fuera en sus negociaciones, y han lavado los trapos sucios intramuros de su propia debilidad, con los lógicos límites que marca el vivir en un mundo global donde los intereses pueden ser aireados con tanta facilidad que se negocia casi en tiempo real con el adversario y, mucho más, si encima eres socio de quien regateará tus propuestas en la misma mesa de Bruselas y con los mismos derechos que tú mismo. «De frente y por derecho», como afirmó ayer nuestro titular de Agricultura en el Congreso de los Diputados en respuesta a una interpelación del grupo socialista, que acusó a Rajoy de preocuparse más de los guiñoles que del propio sector. España no hizo o no supo hacer sus deberes con el tiempo debido, pues el protocolo de negociación tanto de la entrada de productos marroquíes como de la Política Agraria Común (PAC) se negoció entre 2005 y 2010, lustro en el que nuestro país solía usar la política exterior para exhibir musculatura, en vez de negociar hasta la extenuación por cada mandarina que atravesara el territorio español. Hoy estaremos en el lodazal de aquellos errores, pero el decoro también existe para no culpar a nadie de que lo uno fue incapaz de hacer, porque de la mano de las incompetencias deben venir las responsabilidades. Me consta y todos los agricultores españoles son testigos de que Valcárcel y ahora Cañete se han dejado la piel y la camisa en la defensa del sector e, incluso, que lo continuarán haciendo. Para empezar ya han anunciado que establecerán un «seguimiento muy cercano» a la entrada de esos productos del Magreb, con el fin de que no se produzca la temida competencia desleal que suelen traer aparejados estos asuntos. No podemos aceptar la introducción en la UE de productos más baratos a los nuestros que se ven obligados a controles mucho más exhaustivos que los extranjeros. El mercado debe ser igual para todos con las mismas exigencias comunes, tanto impositivas como de cuotas de productividad. No está bien que se dé ventaja a un país ajeno a la Unión sobre el resto de miembros comunitarios. En segundo lugar, la hora de la PAC llegará en primavera y es ahí donde tendremos que jugárnosla de verdad y por todas. No estaremos solos los españoles contra Marruecos, también contaremos con la ayuda de italianos, portugueses, griegos y franceses y será el momento clave para lograr la reforma de la PAC, que lo que busca es incentivar la agricultura extensiva de los países del Este frente a la intensiva de los mediterráneos, especialmente del Sureste español y Andalucía. Si logramos esa modificación podremos revisar lo de Marruecos, sino, tendremos que comernos la siembra de Zapatero y por extensión la del PSOE.