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El ministro egipcio de Sanidad reconoce que hay muertos por heridas de bala

El ministro egipcio de Sanidad, Amro Helmy, reconoció hoy que varios de los fallecidos por los enfrentamientos entre policía y manifestantes en la plaza Tahrir de El Cairo y sus alrededores han muerto por heridas de bala.

Imagen de la multitudinaria manifestación en la plaza Tahrir de El Cairo, Egipto
Imagen de la multitudinaria manifestación en la plaza Tahrir de El Cairo, Egiptolarazon

Los manifestantes egipcios pusieron ayer en jaque a la Junta Militar, que gobierna el país desde la caída de Mubarak, obligada a anunciar un Gobierno de salvación nacional –con representación de todos los partidos– y un adelanto de las presidenciales antes de julio de 2012, durante un encuentro con representantes de varios partidos.

Esta concesión del Ejército –su plan era comicios presidenciales para 2013– no fue suficiente para detener las furiosas protestas en la capital egipcia y en otras ciudades como Suez y Alejandría, donde por cuarto día consecutivo prosiguieron los enfrentamientos entre los manifestantes y las Fuerzas de Seguridad. La reacción de la plaza Tahrir, símbolo y corazón de la revuelta del 25 de enero, fue de rechazo y rabia, y los revolucionarios volvieron a corear el famoso lema «no nos vamos, ellos se van». Como un «déjà vú» de aquellos días de febrero, los manifestantes volvieron a tirar sus zapatos y a pedir el derrocamiento del régimen, que ya no es el de Mubarak, sino el de los militares.

 


Decenas de miles de personas volvieron a llenar ayer la plaza, donde los jóvenes revolucionarios permanecen acampados desde el fin de semana, para exigir al Ejército que deje el poder en manos de un Gobierno civil que guíe la transición democrática que los militares han «secuestrado» para proteger sus intereses. Tras el cese el pasado lunes del Gobierno títere –que los militares han remodelado en varias ocasiones a su antojo en los pasados meses–, el objetivo de los manifestantes no parece ser otro que el de derrocar al mariscal Mohamed Husein Tantaui, el jefe del Ejército y ex ministro de Defensa de Mubarak. Tantaui se vio obligado a ofrecer un discurso televisado ayer por la tarde en el que prometió un referéndum para que los egipcios decidan si quieren que el Ejército abandone el poder: «Estamos dispuestos a entregar inmediatamente la responsabilidad si el pueblo así lo desea en un referéndum popular», dijo, siguiendo la misma táctica de Mubarak, que ante la resistencia de los jóvenes de Tahrir hizo concesiones suficientes para la mayor parte de los egipcios, que quieren regresar a su vida cotidiana y que el país recupere la normalidad, sobre todo económica.

Para ello, muchos confían en las elecciones legislativas del próximo día 28, que Tantaui aseguró que se celebrarán a pesar de que ya hay quien pide que sean retrasadas debido a la violencia.

Los que también quieren que las elecciones se celebren a toda costa son los Hermanos Musulmanes, que parten como favoritos y que ayer boicotearon la denominada «marcha del millón», convocada por las fuerzas liberales y laicas, y apoyada por los salafistas (islamistas radicales). La Hermandad dice que que no participarán en ninguna protesta que pueda provocar más violencia y tensión, a pesar de haber convocado la manifestación del pasado viernes, que prendió la mecha de la que ya muchos consideran que es la segunda revolución egipcia, o la conclusión de la de enero.

No es la primera vez que los Hermanos Musulmanes boicotean una manifestación, dándole la espalda a los jóvenes de Tahrir, que los acusan de colaborar con los militares de forma silenciosa. Los islamistas –reprimidos y prohibidos bajo el régimen de Mubarak– han salido ahora de la clandestinidad y han jugado lo que muchos analistas consideran un peligroso juego político con el Ejército en los últimos meses.
Los militares siguen aplicando los mismos métodos que el dictador y violando los derechos humanos fundamentales. Ahora están acusados de estar detrás de la represión contra los manifestantes, que está siendo llevada a cabo por la Policía, siempre odiada y temida por el pueblo egipcio. Anoche, al cierre de esta edición, los enfrentamientos seguían en el flanco suroriental de la plaza Tahrir y los manifestantes denunciaban el uso de gases lacrimógenos, especialmente agresivos.

El propio Mohamed Al Baradei, premio Nobel de la Paz y destacado opositor, alertaba en su cuenta de Twitter de que una matanza está teniendo lugar en Tahrir contra los revolucionarios, que no parecen dispuestos a rendirse en esta ocasión, a pesar de las promesas de Tantaui, que llegan después de al menos 33 muertos y 1.250 heridos.

 

Estreno de la Asamblea tunecina con un Corán en cada asiento
Expectación en Túnez por el estreno de la Asamblea Nacional Constituyente en la que los 217 parlamentarios elegidos en las históricas elecciones del 23 de octubre tuvieron su importante debut en el que no faltó un Corán en cada asiento. Frente a la sede, un grupo de manifestantes les recordó que si no priorizan en el pueblo tunecino «harán de nuevo una revolución». De momento, ayer la Asamblea eligió a su presidente, en una votación en la que Mustafa Ben Jafaar, líder del Etakatol y miembro del tripartito entre el partido islamista Enahda, y el Consejo Por la República (CPR) logró 145 votos. De esta alianza también saldrá el próximo presidente de Túnez –Moncef Marzuki, líder del CPR–y el primer ministro –Hamadi Yebali, secretario general de Enahda–.