Francia

Hollande se enfrenta a sus fantasmas

El presidente francés justifica su impopular política económica al cumplir seis meses en el Elíseo

Hollande comparece en el Elíseo para hacer balance de sus seis primeros meses
Hollande comparece en el Elíseo para hacer balance de sus seis primeros meseslarazon

PARÍS- Operación reconquista. En sólo seis meses en el poder, François Hollande ha conseguido lo que casi ninguno de sus predecesores: romper el lazo de confianza con los franceses hasta descolgarse veinte puntos, en términos de popularidad, entre mayo y noviembre. Sólo Jacques Chirac se acercó a esa zona de peligro. Ayer, el presidente francés, acusado por sus adversarios de haber pasado más tiempo en deshacer las políticas de Nicolas Sarkozy que en construir y encarrilar un proyecto claro, trató de restaurar esa confianza perdida en un difícil ejercicio frente a casi 400 periodistas. Cumplía así con su promesa de rendir regularmente cuentas ante unos compatriotas cada vez más decepcionados con la capacidad del actual gobernante para sacar al país de la crisis y proponerles mejores perspectivas. Y eso pese a su renovado compromiso de invertir la ascendente curva del paro (más de 3 millones) en 2013 o reducir el déficit hasta el 3%.

Apenas son un 40%, según varios sondeos, los franceses que se confiesan satisfechos con la acción del socialista y de su Gobierno, que desde la vuelta del verano han presentado varios planes de austeridad. Sin embargo, el «rigor económico» –como el ajuste de 30.000 millones de euros para 2013 en impuestos y recortes– no formaba parte de los sesenta compromisos electorales de Hollande para una Francia altamente endeudada y que podría acabar el año en recesión.

Como auguraban algunos analistas, el realismo económico ha acabado imponiéndose y ha empujado al dirigente a aprobar medidas, como la subida del IVA o el abaratamiento de los costes laborales para mejorar la competitividad, a las que en su momento se opuso cuando Sarkozy, entonces en el poder, las defendía.

Impopulares decisiones que Hollande justificó ayer sin admitir que se trate de un cambio de rumbo en las orientaciones que se ha marcado pese a las crecientes críticas sobre la «ilegibilidad» de su política económica. Y aunque aseguró comprender «la inquietud de los franceses», lo único que importa, dijo, «no es el estado de la opinión hoy sino el estado de Francia en cinco años». «Quiero que me juzguen por los resultados en la lucha contra el paro y la recuperación del crecimiento económico», añadió el socialista, que destacó su labor al frente de la «reorientación de Europa». «Porque una Francia débil significaría también una Europa impotente», sentenció. Su pacto de crecimiento fue la moneda de cambio para que aceptara ratificar el tratado de estabilidad firmado por Sarkozy y que finalmente se ha adoptado sin tocar una coma.

Respecto a la crisis de la eurozona, Hollande defendió la creación de la tasa sobre las transacciones financieras que entrará en vigor en 2013 y reivindicó para Grecia la ayuda «que le es debida». En política exterior, confirmó que Francia reconocía a la Coalición Nacional Siria como «única representante del pueblo sirio».