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De la leyenda negra a la leyenda roja

Si en el siglo XVII hubiesen existido el fútbol y la Prensa, todas las cámaras apuntarían a Guillermo de Orange por el condado de Flandes y el Duque de Alba por el Reino de España. En este cuento, el bueno sería el primero, mientras que el segundo, que consideraba Flandes una provincia que someter a las órdenes de Felipe II, sería el rostro más odiado de Europa, como una parte de la historiografía mantuvo para construir la leyenda negra antihispánica en los siglos de su hegemonía histórica.

La Razón
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Y esto no es una mera especulación. Casi todos los diarios holandeses abrían su edición del viernes con una arenga: «Si lo hicimos en 1648, también lo podemos hacer en 2010». Lo que lograron hace tres siglos fue su independencia, tras la llamada Guerra de los 80 Años, que puso fin al dominio español sobre las 17 provincias de Flandes, mantenido durante más de un siglo, en el que se fraguó una campaña propagandística de aversión a la Corona española.La reforma religiosa, claveLos medios holandeses apelaban a la «venganza histórica» contra la potencia futbolística como entonces contra la crueldad de la política. «Pero no puede hablarse de que existiera una leyenda negra. Son hechos manipulados; aunque es verdad que el Duque de Alba cometió crueldades propias de tiempos de guerra, no fueron mayores que las de otras colonizaciones francesas o inglesas», sostiene el hispanista francés Joseph Pérez. Como él piensa el historiador William Maltby, que apunta a la aversión de los países en los que cundió la reforma luterana, como Inglaterra y buena parte de los Países Bajos como un hecho decisivo . Pero lo cierto es que aquellas «exageraciones» sobre los métodos inquisitoriales y la fiereza militar de los Tercios españoles cundió: «Hoy, las madres holandesas siguen metiendo el miedo en el cuerpo a sus hijos amenazando con que ‘‘viene el Duque de Alba'' como si fuera el coco, pero es una actitud folclórica cuya inexactitud ha quedado probada», asegura Pérez, autor de «La leyenda negra» (Gadir). «Francamente, no es posible que existan rencores sobre lo que pasó hace cuatro siglos, cuando ha quedado demostrado que la política colonial española no era ni más malvada ni benevolente que la francesa o inglesa. Al historiador le corresponde poner las cosas en perspectiva», sostiene. Es más, según este estudioso, lo que ocurrió bajo el dominio español fue una especie de guerra civil entre los partidarios de la corona, con numerosos holandeses que formaban parte de las tropas del propio Duque de Alba, y los rebeldes. También el escritor César Vidal ha arrojado algo de luz sobre los hechos con autocrítica: «Mientras que Carlos V podía dirigirse a sus súbditos en flamenco, Felipe desconocía la lengua, y a esa circunstancia se añadió el hecho de que una parte de Flandes se sumara a la Reforma protestante. Un Felipe II más flexible hacia la libertad de conciencia y más sensible a las cuestiones económicas hubiera podido evitar el conflicto. Por desgracia para España, tomó el camino opuesto». La historia dejó escrito lo que vino después: varios siglos de decadencia del Reino de España. En lo futbolístico, la selección tiene una ocasión para inscribirse en la historia.