
Policía
El final más trágico para Gabriel Vidrascu
El helicóptero de la Policía localiza el cadáver del niño de 12 años flotando en una laguna de Vicálvaro. La autopsia del cuerpo, muy deteriorado pero que su padre reconoció por la ropa, determinará las causas de su muerte

Madrid-Fue un caso extraño desde el principio y su desenlace no ha podido ser más rocambolesco. Un niño rumano desaparecido en Vicálvaro a los pocos días de haber tenido un enfrentamiento con una familia gitana del barrio, ninguna llamada para solicitar rescate ni tampoco ningún indicio de secuestro u homicidio en su entorno –la Policía no sospecha de nadie– y su cuerpo, finalmente, aparece muerto, flotando en una laguna de difícil acceso cerca del parque donde se le perdió de vista, sin signos de violencia y con una tabla de surf flotando también a apenas cinco metros del cadáver. Los profesionales de la Policía Científica y del Grupo V de Homicidios tienen trabajo por delante para esclarecer cómo llegó Gabriel Vidrascu hasta el lugar donde le avistó ayer el «Cóndor» el helicoptero de la Policía Nacional. Las dos líneas de investigación que se barajan son que el niño fuera hasta allí por su propio pie y simplemente tuviese un accidente o que hay alguien detrás de su desaparición y posterior fallecimiento. Aunque la familia del crío apostó desde el principio por la segunda, la Policía se inclina más por la primera. La palabra definitiva en gran parte de este puzle aún por construir la tiene el forense, que a lo largo de esta mañana practicará la autopsia al cuerpo del menor y confirmará la causa de su muerte. El padre del menor, Ginel Vidrascu, y otros familiares presenciaron el laborioso rescate del cuerpo y uno de ellos vio el caváver, aunque no pudo reconocerlo por el avanzado estado de descomposición en que se encontraba. Ya por la tarde, fue el propio Ginel quien se acercó hasta el Instituto Anatómico Forense y reconoció el cuerpo sin vida de su hijo. Primero identificó una cicatriz en su nariz: «En cuanto le he visto la ropa me he dado cuenta de que era él, aunque no lo parece, pero era su pelo... sí, era él», declaró muy emocionado a Telemadrid. Tras el avistamiento de la Policía a helicóptero en una las lagunas formadas en unas antiguas minas de sepiolita, una zona de complicado acceso al lado de la M-40 y la R-3, se activó el protocolo de rescate. Fueron los bomberos del Ayuntamiento de Madrid –la unidad subacuática– los encargados de rescatar el cuerpo sin vida de Gabriel, ayudados por una tabla de surf que, curiosamente, se encontraba muy cerca del cuerpo. Tras arrastrarlo hasta la orilla, lo subieron por la pronunciada pendiente atando con cuerdas la camilla de rescate, en la que introdujeron el pequeño cuerpo. Según fuentes de la investigación, el cadáver se encontraba en avanzado estado de descomposición, tenía las extremidades agarrotadas, la cara desfigurada y sólo llevaba puestas las bermudas de cuadros con las que desapareció el fatídico 24 de septiembre. Las mismas fuentes apuntan a que el niño no presentaba signos de violencia, pero será la autopsia la que determinará si el niño murió ahogado o de algún golpe y si éste fue accidental o, por el contrario, se trata de un homicidio. El Grupo V de Homicidios no descarta seguir tomando declaración al entorno del joven y a la familia con la que los Vidrascu pelearon días antes de la desaparición, según fuentes policiales. Al parecer, el cadáver tenía aspecto de llevar varios días en el agua. La Policía –guías caninos, unidad de Subsuelo y otras– llevaban días peinando la zona y no vieron nada, pero, según explicaron ayer expertos en rescate subacuático, un cadáver puede permanecer las primeras 24 horas a flote, después permanece sumergido unos nueve días más tarde, el propio proceso de descomposición natural del cuerpo en el agua, hace que vuelva a emerger. Quizás esta teoría explique porqué Gabriel no había sido encontrado antes. «No ha sido un accidente; él no llegó allí solo»Los Vidrascu han vivido los últimos diez días pendientes de una llamada que acabara con la pesadilla que estaban sufriendo. Una llamada que les confirmara que la Policía había encontrado a Gabriel y que estaba bien. Ayer, esa llamada llegó, pero para pedir a la familia que acompañara a la Policía hasta una laguna. Allí, en un terreno cercano a la casa de la familia y al parque en el que se le vio con vida por última vez, los agentes habían localizado un cuerpo. Ginel, padre del pequeño, y su prima Mihaela –que estos días ha ejercido de portavoz de la familia– se pusieron en seguida en marcha. La noticia pronto se propagó por el barrio y varias familias –la mayoría de ellas rumanas– también pusieron rumbo al camino de Ambroz. Allí, mientras los bomberos trataban de extraer el cuerpo, el convencimiento de que la fatal noticia estaba más cerca se hacía más palpable entre los familiares y se repetían las escenas de dolor. En el lugar de los hechos, Ginel sólo pudo saber de boca de los agentes que el cuerpo rescatado estaba muy desfigurado, prácticamente irreconocible. «No vimos nada. Ni yo ni el padre ni nadie de la familia pudimos ver nada de la ropita que llevaba. Sólo nos han preguntado que llevaba puesto y ya está», reconocía a la Prensa Mihaela. La prima del pequeño también quiso dejar claro que Gabriel nunca iba solo hasta la laguna: «No ha sido un accidente. Él no ha ido nunca hasta allí. Ni acompañado ni solo». Horas después, ya en el Instituto Anatómico Forense, Ginel pudo constatar lo que todos temían, que el cuerpo rescatado era el de su hijo, informa Pablo Gómez.
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