Huelga no

Huelga no, es lo único claro. Si hay que constituir una plataforma en defensa de los maestros contra las fieras corrupias de nuestros hijos, me ofrezco a encabezarla. Si hay que denunciar al Estado depredador por anteponer gastos suntuarios a la inversión escolar, denme datos los señores profesores, que me tienen a su disposición.
No hay oficio más noble ni necesario. Pero huelga, no, se lo suplico. Había surgido el embrión de una sombra, de un rastro, de un indicio de respeto hacia los docentes de este triste país. Por las agresiones y la falta de disciplina. Se empezaba a hablar de exigir al alumno, defender al docente, dotarlo de autoridad. ¿Y ahora, con cinco millones de parados y esto en quiebra, se van a poner en huelga? Nadie lo entendería.
Uno de cada tres adolescentes es fracaso escolar, estamos a la cola en los informes Pisa y hay que reformar el sistema educativo entero. Hay quien dice que es cosa de dinero, yo no lo creo. Nunca han tenido los colegios mejores ni más aulas, jamás ha habido tantos profesores ni tales laboratorios, patios, gimnasios. En mi clase había 42 alumnas, hoy en día hay 20. Lo que tenemos es caos social, desautorización del que debe mandar y falta de claridad con respecto a lo poco que verdaderamente hay que aprender. Todo se puede discutir y cualquier idea puede ser bienvenida.
Pero el maestro es ejemplo de todos, vanguardia de lo justo, espejo de las nuevas generaciones. Huelga, no. Por el bien de los profes y de quienes los amamos.