Música

Belgrado

Un «suicidio» anunciado

La Razón
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«Siempre tengo una botella cerca», reza una de las estrofas del single «Rehab», con el que Amy Winehouse se convirtió en una estrella de renombre internacional. Entre bambalinas, sobre el escenario, o en cualquier espacio público, la artista nunca ocultó ser una persona de excesos que disfrutaba de la engañosa satisfacción que veía al fondo de la botella. Sin embargo, sus adicciones no sólo se limitaban al alcohol y, para su desgracia, los escándalos de su vida personal empañaron gran parte de su trayectoria como cantante. Se sometió a numerosos tratamientos de rehabilitación, pero todos sus intentos de salir de la peligrosa senda de las drogas fueron infructuosos. Para colmo, la mayoría de sus recaídas se hicieron públicas: en 2007, la sorprendieron consumiendo marihuana en un hotel de Noruega y, al año siguiente, se difundió un vídeo en el que supuestamente se podía ver a Winehouse fumando crack. Fue ese año precisamente cuando Universal Music Group, el sello discográfico con el que tenía contrato, tuvo que enviar un comunicado oficial sobre el estado de la estrella. «Tras hablar con su familia y con los médicos», explicaba la nota, Amy «ha terminado por entender que necesita un tratamiento especial para recuperarse de su adicción a las drogas».
La artista británica, que según su manager, Nick Godwyn, también padeció un trastorno alimenticio, convirtió cada una de sus apariciones públicas en una escena bochornosa: caídas, descuidos, altercados, arrestos domiciliarios, desmayos por embriaguez, carreras nocturnas desnuda... fueron algunos de los episodios que la convirtieron en una imprescindible del papel couché. Su último escándalo, que la forzó a interrumpir su gira europea, fue el que protagonizó el pasado 18 de junio en Belgrado, cuando subió al escenario visiblemente afectada por el alcohol.