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Tahrir corona a Mursi

En un desafío al Ejército, el presidente islamista se da un baño de masas la víspera de su investidura

Tahrir corona a Mursi
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EL CAIRO- El presidente electo de Egipto, el hermano musulmán Mohamed Mursi, toma hoy posesión de forma oficial, después de una semana de polémicas y especulaciones sobre dónde y cómo debía hacerlo. Mursi ha cedido finalmente y jurará su cargo delante de la Corte Constitucional, la misma que hace tan sólo dos semanas disolvió el Parlamento «islamista» y que es considerada un instrumento de la Junta Militar. Este tribunal está liderado por jueces fieles al ex presidente Hosni Mubarak.

Por todo ello, Mursi quiso jurar ayer su cargo de forma extraoficial en la plaza Tahrir, símbolo de la revolución que derrocó al dictador hace dieciséis meses y que vibró ayer con las palabras del primer presidente elegido democráticamente en la historia de Egipto. «Juro delante de vosotros, el gran pueblo egipcio, antes que delante de cualquier otra institución», dijo Mursi, dejando claro que su aparición en Tahrir menos de 24 horas antes de la ceremonia oficial no era casual.
«Estoy aquí porque me habéis elegido, es vuestra voluntad, y vosotros sois la única autoridad ante la que responderé», aseguró el presidente islamista ante decenas de miles de personas que coreaban su nombre y respondían a sus palabras. Unas palabras que para algunos sonaron como una clara advertencia de que guardará su independencia y que no piensa someterse al poder militar.

«Allah Akbar», Alá es el más grande, gritaban cada vez que Mursi se refería al dios de los musulmanes para darle las gracias o jurar en su nombre. El discurso del nuevo «rais» fue más populista que islamista, y, sobre todo, muy nacionalista. Mursi dijo que el amor por Egipto es un deber de todos y repitió varias veces a los egipcios «os quiero, os quiero». El hermano musulmán hizo hincapié una vez más en la unidad y la reconciliación nacional, prometiendo los mismos derechos a los que le votaron como a los que no, y pidió la ayuda y el esfuerzo de todos para poder «reconstruir» Egipto, que prometió será un estado «civil», tratando de tranquilizar a liberales y cristianos.

Cuando se dirigió a la plaza, Mursi mantuvo un tono humilde y servil, pero fue desafiante y casi amenazante hacia el resto del mundo: advirtió a cualquiera que intente atacar «la dignidad de Egipto, de los egipcios y de su presidente», y dijo estar preparado para responder ante cualquier agresión, aunque lo que desea es la paz. En este contexto, prometió liberar al jeque Omar Abdel Rahman, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos por los ataques terroristas de 1993 contra el World Trade Center. Este anuncio no gustará en Occidente que teme una agenda oculta para la islamización del país árabe. Tampoco agradará a muchos egipcios corrientes, que están esperando de Mursi hechos y no palabras o promesas rimbombantes. La gran incógnita a día de hoy es qué podrá hacer el nuevo presidente, cuyos poderes han sido recortados por la Junta Militar, que tendrá que entregar hoy de forma oficial el mando del país al islamista, aunque realmente seguirá a cargo de la mayor parte de los asuntos importantes, como la defensa.

Quinielas del Gobierno
Se espera que el jefe de la Junta Militar y ex ministro de Defensa de Mubarak, el mariscal Hussein Tantaui, permanezca en el cargo y sea el verdadero faraón. Mursi aseguró ayer en Tahrir que exige poderes plenos y que rechaza los intentos del estamento militar de quitarle la legitimidad tanto al Parlamento como al jefe de Estado, pero lo cierto es que está aceptando lo que muchos consideran un cargo vacío de poder.

El nuevo presidente egipcio sí tendrá control sobre la política exterior y la economía del país, una cuestión fundamental y que representa la prioridad de su programa para los primeros 100 días de Gobierno, que empiezan hoy mismo.