Murcia

Lorca se esfuerza por retomar el pulso y olvidar la catástrofe

La tarde transcurría con normalidad aquel 11 de mayo del año pasado. Los comercios estaban abiertos y la ciudad de Lorca vivía un día como cualquier otro marcado por la tranquilidad. Sin embargo, a las 17:05 horas las entrañas de la tierra se movieron produciendo un movimiento sísmico de 4,5 grados en la escala de Ritcher

Dos jóvenes se abrazan al lado de su vivienda destruída
Dos jóvenes se abrazan al lado de su vivienda destruídalarazon

Murcia- El terremoto sobresaltó a una ciudad que contemplaba con perplejidad la agitación de sus viviendas y lugares más emblemáticos. Tras el primer susto, la incertidumbre era el sentimiento reinante dentro de los ciudadanos, que presentaban un rostro a medio camino entre el nerviosismo y la preocupación. Para su desgracia, lo peor estaba todavía por llegar. De esta manera, a las 18:47 horas se produjo un segundo seísmo de 5,1 grados de intensidad que llevó por completo el pánico a los vecinos. El epicentro de los movimientos terrestres, el noroeste de Lorca, se convirtió en el lugar de salida que expandió el terror por toda la localidad.

Los daños materiales se hicieron palpables en cuestión de segundos y los peores presagios se teñían de la más cruel realidad cuando aparecían los primeros cuerpos inertes por las calles de la Ciudad del Sol. Ocho personas perdieron la vida aquella fatídica tarde del 11 de mayo y otra más moría al día siguiente después de ser hospitalizada con graves heridas. El luto se hizo con el poder de un municipio que lloraba a sus seres queridos y vivía con el corazón encogido por los más de trescientos heridos que dejaron tras de sí los dos sismos. Por su parte, los miembros pertenecientes a la Dirección General de Emergencias de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia actuaron con diligencia y dispusieron cinco campamentos a lo largo de la ciudad para acoger a los miles de damnificados y ofrecerles mantas para pasar la noche y alimentos. Esa madrugada del 12 de mayo Lorca recibió un golpe en su línea de flotación de la que tardará mucho tiempo en recuperarse. En el día de hoy, medio año después de la catástrofe y con el prisma que otorga el paso del tiempo, la Ciudad del Sol trabaja con intensidad para recuperar la prosperidad que siempre le ha caracterizado y a la que nunca renunciará.

La situación actual se dirime entre el esfuerzo por sacar adelante la capital del Valle del Guadalentín y la tristeza propia de un batacazo que puede marcar de por vida. Al respecto, la vicedecana del Colegio de Psicólogos de Murcia, Ángela Ruiz, declaraba ayer que las personas mayores y los niños son los que padecen más secuelas psicológicas a causa de la catástrofe. «Las personas mayores sufren más el desarraigo, porque están más apegadas a su casa, a sus fotos y a sus enseres personales y al ser desalojadas de su vivienda en una edad avanzada piensan que no volverán». De esta manera, la pérdida de elementos materiales merma la capacidad sentimental de algunos ciudadanos seis meses después.

Es por esto, entre otras muchas razones, por las que el Ayuntamiento de Lorca se mostró desde el primer momento activo para el logro de ayudas que prestar a los ciudadanos. No obstante, hasta el momento las promesas han sido muchas, pero los hechos brillan por su ausencia. De esta manera, fuentes municipales aseguraron a LA RAZÓN que el dinero total que ha llegado para ayudar a los lorquinos no va más allá de los 2,6 millones de euros. De los cuales, 1,6 proceden de la Mesa Solidaria creada por el Consistorio lorquino para canalizar los donativos y cesiones económicas realizadas por los diferentes organismos. En la misma línea, el Ayuntamiento tiene previsto aprobar hoy una batería de ayudas dentro de esta Mesa por un importe aproximado de 12.000 euros. Este montante se está destinando para que los afectados puedan hacer frente a alquileres. Así, desde el Ayuntamiento se adelantan las primeras tres mensualidades, medida de la que se han beneficiado más de ochocientas familias y que ha sido prorrogada. En lo que respecta al otro millón, procede de la primera de las cinco reuniones mantenidas dentro del marco de la Comisión Mixta y su destino en su mayoría (más de 882.000 euros) la reparación de viviendas y en menor medida (casi 50.000 euros) para ayudas de alquiler.

También dentro del ámbito de las viviendas, fuentes municipales indicaron a esta redacción que hasta el momento se han demolido 1.024 viviendas, de las cuales, 812 estaban habitadas. El último derribo se llevó a cabo el pasado 4 de septiembre y desde entonces «el Gobierno se ha negado a pagar más», aseguraron las mencionadas fuentes. Sin embargo, existen en la actualidad 139 edificios en ruina técnica o económica que en su mayoría tendrán que ser demolidos. En estos inmuebles vivían cerca de 650 familias, pero su destino se encuentra en el diván hasta conocer quien asumirá los gastos procedentes de la demolición.

El resto de apoyos se encuentran comprometidos, pero se desconoce con exactitud la fecha en la que los importes se harán efectivos para paliar las necesidades que presenta la ciudad lorquina. Es el caso de las ayudas para financiar la recuperación del patrimonio cultural, de las que se encuentran apalabrados 17 de los cincuenta millones que están estimados que se requieren para que Lorca recupere todo su esplendor patrimonial. Dentro de este ámbito, la Diócesis de Cartagena anunció ayer la aportación de dos millones para los damnificados por los terremotos, así como la puesta en marcha de un economato en un plazo máximo de 15 días.

 

Los comercios pelean por no cerrar
Desde el Ayuntamiento de Lorca se demandaba ayer apoyo para los comercios de la ciudad, ya que se encuentran en una situación muy complicada, debido a que el Gobierno se niega a prestar ayudas a los que no tengan seguro. Además, el Consistorio tiene cifradas en cincuenta millones las pérdidas económicas que se produjeron por desperfectos materiales en los comercios, aunque estiman que la pérdida total se situará en los 75 millones si se tiene en consideración el tiempo que muchos de ellos perduran cerrados. Es por esto, que los 1,5 millones planteados por el Gobierno se antojan insuficientes.