Sevilla
Pizarro ningunea a Griñán: «Para mí Chaves es el presidente de la Junta»
Acompañado por el vicepresidente tercero del Gobierno y González Cabaña manifiesta sus malas relaciones.
Luis Pizarro dijo ayer en un mitin en Conil de la Frontera (Cádiz) lo que mucha gente piensa en el PSOE andaluz: que el liderazgo de Griñán es impostado. Un sector amplio del partido no lo reconoce como el heredero legítimo de Manuel Chaves. Refiriéndose al actual vicepresidente tercero del Gobierno, presente en el acto, dijo que era su «amigo» y «es para mí el presidente de la Junta de Andalucía». Toda una declaración de intenciones.
Las palabras de Pizarro suponen ahondar más en la crisis que viven los socialistas andaluces, por mucho que desde la Ejecutiva Regional se quiera negar la evidencia. Como él mismo dijo el pasado viernes, su decisión de abandonar el Ejecutivo de Griñán «no fue un calentón», sino una cuestión que llevaba meditando desde junio de 2010, apenas unos meses después de que el actual presidente de la Junta de Andalucía asumiera la secretaría general del PSOE andaluz tras exigir un Congreso Extraordinario contra la voluntad inicial de Chaves y el propio Pizarro.
Ahí está una de las claves para entender el distanciamiento político de Chaves y Griñán, los dos amigos que repiten que «nunca tendremos problemas». El sucesor se empeñó en romper la bicefalia, consciente de que era la única forma de hacerse respetar dentro del PSOE-A. Pasó de no hacer vida orgánica a dirigir la formación socialista más numerosa de España. Y eso algunos no se lo han perdonado.
La «vieja guardia» considera que han sido «generosos» con él. Entendieron que a cambio respetaría los equilibrios internos dentro del partido, pero no ha sido así. Ha querido imponer su criterio: ha ido poco a poco borrando nombres afines a la anterior dirección, como los ex consejeros Francisco Vallejo, Martín Soler o Evangelina Naranjo. Ha roto un pacto tácito y ya no existe la misma sintonía. La tibia defensa que el Gobierno andaluz ha hecho de Antonio Fernández, el ex consejero de Empleo imputado por la trama de los ERE fraudulentos, ha sido otro nuevo punto de fricción.
El foro elegido ayer por el ex consejero de Gobernación y Justicia para culminar la semana de distanciamiento de Griñán no fue casual: un municipio de Cádiz, provincia que controla a través del secretario de los socialistas gaditanos, Francisco González Cabaña, también presente en la presentación de la candidata socialista a la Alcaldía de Conil.
Los tres –Chaves, Pizarro y González Cabaña– urdieron una operación hace apenas un mes para que la alcaldesa de Jerez de la Frontera, la socialista Pilar Sánchez, no se presentara a la reelección. Todo a espaldas del presidente del Gobierno andaluz y líder del PSOE-A, que desconocía que le habían propuesto encabezar la lista al arquitecto Manuel Ángel Fustegueras.
La tregua hasta las elecciones de mayo se ha roto, y si se confirman los malos resultados de las encuestas para el PSOE, la candidatura de Griñán en las autonómicas será muy complicada por mucho que desde Ferraz se apresuren a confirmarlo. En el PSOE no quieren otro debate sucesorio cuando aún no se sabe quién se enfrentará a Mariano Rajoy en las elecciones generales.
La frase de Pizarro suena a sentencia, un colofón a la peor semana que ha vivido Griñán desde que asumió la secretaría general del PSOE-A. El presidente andaluz se refugió ayer en Pozoblanco (Córdoba), donde tuvo otro acto del partido con candidatos a la comarca del valle de Los Pedroches. Allí admitió «momentos de dificultad, pero la mar en calma no hace buenos marineros». Habrá que esperar a ver qué barco resiste al final de la batalla interna.
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