Historia

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Francomoribundia por Martin Prieto

Pierde el PSOE las elecciones y Franco vuelve a ponerse de actualidad. Esta relación causa-efecto suele ser habitual. El socialismo vuelve 36 años atrás para dotar de algo de ideología a su discurso

Francomoribundia por Martin Prieto
Francomoribundia por Martin Prietolarazon

Siguiendo los últimos pasos en Buenos Aires de Don Claudio Sánchez Albornoz, conocí al hijo de éste, Nicolás, y a su amigo Manuel Lamana, los dos celebres fugados del Valle de los Caídos.

Todo lo organizó una tercera amistad universitaria: Paco Benet, el hermano listo y aventurero del ingeniero y novelista Juan Benet, que murió tempranamente al volcar su jeep en un desierto mesopotámico.

Los Benet eran pintones y Paco enamoriscó (o volvió loca) a la jovenzuela judía y estadounidense Barbra Probst Salomon que iba para periodista y escritora.

Junto a otra pimpante amiga, cuyo nombre he olvidado, las mandó a París a que siguieran los rastros de la generación pérdida de entreguerras y, esencialmente, se presentaran ante Norman Mailer, que estaba escribiendo «Los desnudos y los muertos» sobre sus experiencias como «marine» en el Pacífico, y le pidieran ayuda para la evasión de dos republicanos españoles de Cuelgamuros.

Lo de aquellas dos crías debió sonarle a chino a Mailer y para quitarse de encima a las alocadas pizpiretas les prestó para su viaje a España su aparatoso coche americano de segunda mano de los que nosotros llamábamos «haiga».

Nunca me contaron los detalles y tuve la impresión de que había otras personas implicadas en España a la que los fugados no querían molestar.

También eran muy pudorosos hacia una aventura a la que querían restar méritos presentándola como una picardía de Facultad. Yo creo que pidieron ir a las obras del Valle porque sabían que de allí se podía salir.

Cuelgamuros no era Auschwitz y los dos penados se citaron con las chicas a una hora y en un punto de la carretera Madrid-El Escorial, se cambiaron de ropa y ya no pararon hasta La Junquera como dobles parejas americanas, ricas y divertidas.

Fue necesaria más ayuda y documentos falsos, pero quien lo sabe todo es Barbra Probst. Norman Mailer ni se enteró de lo que habían hecho con su automóvil. Si dejamos por sentadas las dramáticas historias de todas las postguerras, el anterior es el único relato interesante del Valle de los Caídos.

Llevamos 36 años de democracia, de ellos 33 constitucionales. El general Franco se murió hace otros 36 años y un avispado universitario en un examen lo identificó como primo de Napoleón Bonaparte. Franco gobernó 39 años, y el PSOE ya nos ha gobernado 22, sobrepasando la mitad del periodo franquista. Felipe González hubiera hecho con el cadáver de Franco y la abadía benedictina lo que hubiera querido pero se limitó a navegar en el «Azor».

Robándole el término a Ramón Gómez de la Serna diríamos que cada vez que al PSOE le sube la bilirrubina de la derrota se automedica con francomoribundia que permite reinar después de morir como Inés de Castro o Rodrigo Díaz de Vivar.

Contra Franco, mejor
Es más que una ironía lo de que contra Franco vivíamos mejor; la izquierda necesita a Franco vivo porque sin el franquismo no tiene mejor referente intelectual. Es un frontón mental que les devuelve la pelota y les permite seguir jugando la partida como si tuvieran la cabeza supurante de ideología.

No sabemos si el viernes se desplomará la eurozona, pero para el Gobierno en funciones lo único urgente es la exhumación del general, poniendo en un brete a la Iglesia y contrariando a la familia.

¿Por qué no le piden al Rey que retire a la hija el título de Duquesa de Franco con grandeza de España? Antonio Machado optó por la legalidad republicana pero no se hizo falsas ilusiones: «Españolito que vienes al mundo / te guarde Dios / una de las dos Españas / ha de helarte el corazón/».