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Obsesionado por copiar un plan macabro

La Razón
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NUEVA YORK- Fueron 46 minutos de terror en los que murieron 15 personas, incluidos los dos estudiantes atacantes, y 24 resultaron heridas. Juan Manuel quería emular esa tragedia de la Escuela Secundaria de Columbine (Colorado), que tuvo lugar en 1999 y que marcó un punto de inflexión en la sociedad norteamericana en el debate en el uso de las armas que no llegó a cuajar en ley alguna. Al margen de ello, aquel episodio protagonizado por dos estudiantes de 17 y 18 años, Eric Harris y Dylan Klebold, se quedó grabado en la memoria colectiva hasta tal punto que el controvertido director de cine Michael Moore abordó la cuestión de lo sucedido en su documental «Bowling for Columbine» (2002). La Academia le recompensó con un Oscar y volvió a remover la conciencia de los norteamericanos sobre la «teoría del miedo» que justifica que cualquiera pueda comprar armas en un supermercado. Un año después también se recogió el drama en el filme drama «Elephant» (2003). Los propios creadores de la serie de animación «South Park», que también estudiaron en Columbine, reconocen que fue precisamente la decadencia de la sociedad norteamericana de la que consideran que es reflejo este episodio mortal lo que les llevó a crearla.
Lo cierto es que esta localidad se ha convertido en un eufemismo para referirse a tiroteos en las escuelas. Pero, no sólo en la cultura popular, sino también entre los agresores. Charles Andrew Williams, responsable del ataque de la Escuela Secundaria Santana en 2001, dijo que quería «hacer un Columbine» antes de matar a tiros a dos personas, aunque nadie le tomó en serio antes de la tragedia. Mientras, Brian Draper y Torey Adamcik, de la Escuela Secundaria Pocatello de Idaho, convictos de matar a una compañera, mencionaron a los autores de la matanza de Columbine, Eric Harris y Dylan Klebold. El autor de la masacre de la Escuela Politécnica de Virginia, Seung-Hui Cho, también consideró que Harris y Klebold eran mártires antes de suicidarse después de matar a tres decenas de sus compañeros. Juan Manuel también tenía pensado imitar a sus «ídolos» hasta el final.