Cataluña

La broma de Andalucía

La Razón
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Previsiblemente la semana que viene, Artur Mas y Zapatero se verán las caras por primera vez después de que la Generalitat haya vuelto a manos de CIU. Lo bueno que tienen estas entrevistas entre el Gobierno central y el de Cataluña es que, aunque se trate de una primera reunión, los asuntos a tratar son los mismos que en las anteriores, o sea, los mismos de siempre. Básicamente, esa permanente amenaza del nacionalismo catalán –con el interesado apoyo de buena parte de la sociedad civil catalana– sobre que si no se atienden cada una de sus exigencias económicas y de poder, romperán su relación con España. Esta vez, la amenaza de romper con España vendrá a cuento de los dos asuntos que Mas pondrá sobre la mesa del presidente: las nuevas condiciones de solvencia fijadas para las cajas de ahorros y la prohibición a la Generalitat de seguir aumentando su deuda. En el primer caso, CIU planteará que las cajas de ahorros catalanas se encuentren en la situación que se encuentren en el momento presente, permanezcan al margen de las decisiones del Gobierno, lo que en sí mismo supondrá una revisión económica de facto del llamado «café para todos» pero en los estrictos términos de su dimensión financiera.
En el segundo, la Generalitat planteará la exigencia de seguir endeudándose sin cortapisa alguna por parte del Estado, en el entendido de que lo harán bajo cualquier fórmula jurídica o estatutaria que momentáneamente permita callar la boca al resto de comunidades. La negativa del Gobierno a cada de unas de estas pretensiones será manipulada convenientemente y planteada a posteriori como una lesión a los intereses de Cataluña, una agresión a sus deseos de autogobierno y blablablá... que automáticamente reproducirán las Catalunyas Radios de marras para recrear un ambiente irrespirable. Ahora que casualmente algunos, a los que las cosas no les van todo lo bien que quisieran, sacan a relucir el debate sobre el modelo autonómico, pudiera ocurrir que el modelo se reformara por la vía de los hechos, por la puerta de atrás y sin tal debate. Y cuidado con esas cosas porque suelen plantearse perjudicando a Andalucía y echándole después la culpa al PP. Los socialistas han tenido sobradas muestras de su habilidad para plantear una cosa allí y otra aquí, pero pasando el trapo a quien ingenuamente lo recoge. Lo han hecho y lo volverán a hacer. Así que, como decía el anuncio, puede que ahora sea cuando un hombre, Rajoy, se la juega, que debería recordar que si el país no está para bromas, el PP tampoco.