Bogotá
Las FARC ponen en libertad a seis rehenes
Con la liberación hoy del policía Guillermo Solórzano y el militar Salín Antonio Sanmiguel, concluyó un complejo y delicado operativo que ha permitido la entrega por parte de las FARC de seis secuestrados en Colombia durante la última semana.
Si bien esta misión, coordinada por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la ex senadora Piedad Córdoba, ha tenido un final feliz, no ha estado exenta de tensión y polémica, sobre todo a partir de que el domingo la guerrilla no entregara, pese al compromiso, al mayor Solórzano y el cabo Sanmiguel.
Ambos fueron finalmente puestos hoy en libertad en un punto desconocido del suroeste de Colombia, entre los departamentos de Cauca y Valle del Cauca, donde los recogió la misión humanitaria en un helicóptero prestado por el Gobierno de Brasil.
Solórzano y Sanmiguel iban a ser liberados el domingo en otra zona del país, pero, según el Gobierno, las FARC facilitaron una coordenadas erróneas, lo que generó una gran desconfianza.
Sin embargo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) negaron hoy, a través de un comunicado, haber dado mal las coordenadas: "se transmitieron de manera oportuna", afirmaron.
"Lamentablemente, en el día de ayer (en referencia al domingo), por razones que estamos investigando, no fue posible completar la liberación unilateral de la totalidad de los prisioneros de guerra anunciados", sostuvo el grupo subversivo.
Y la ex senadora Córdoba explicó el martes que "dificultades logísticas, técnicas, atmosféricas, topográficas y las propias de la guerra interna dificultaron la entrega".
Pero Santos, en una entrevista a CNN, señaló que "es posible"que las FARC hubieran aprovechado la ausencia de la fuerza pública en el lugar donde la guerrilla debía haber entregado a los secuestrados para trasladar a su máximo líder, alias "Alfonso Cano".
Analistas y medios de comunicación coincidieron en que la paralización de las actividades militares horas antes de la recogida de rehenes, tal y como establecen los protocolos de seguridad, siempre permite a los grupos armados tomar posiciones, mover tropa, trasladarse de un lugar a otro e incluso transportar drogas.
La Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Ashton, reconoció que "las circunstancias que rodearon la liberación de los dos últimos secuestrados suscitan serios interrogantes".
Y la ONU saludó las liberaciones pero exigió a las FARC, a través de su representante en Bogotá, Chistian Salazar, que libere a todos los rehenes "sin condiciones y de forma inmediata".
El representante del Gobierno en este proceso de liberaciones, Eduardo Pizarro, reiteró, por su lado, que el Gobierno "cumplió con sus compromisos estrictamente con la no ejecución de ninguna operación de carácter militar".
Asimismo lamentó que las FARC "hayan usado estas liberaciones humanitarias para hacer propaganda política y para abusar de las familias y del pueblo colombiano".
Pero la ex senadora Córdoba expresó su satisfacción por lo que llamó "misión cumplida"e incluso se mostró convencida de que en Colombia es posible la "salida política"al conflicto armado.
"Lo más importante es que lo logramos y eso es suficiente", remarcó, en alusión a las dificultades y tensiones en las que se ha visto rodeado este proceso.
Los liberados desde el 9 de febrero son los concejales Marcos Baquero y Armando Acuña, el infante de Marina Henry López y el policía Carlos Alberto Ocampo. Hoy llegó el final feliz para Solórzano y Sanmiguel.
"Siempre aferrados a Dios, aunque hubo momentos de desespero, de incertidumbre, de todos modos sentíamos que él iba a regresar", dijo a los periodistas Piedad Solorzano, hermana del policía liberado, al expresar su felicidad por los acontecimientos.
Las gestiones de la ex senadora Piedad Córdoba han permitido que esta guerrilla haya puesto en liberad de forma unilateral a 20 secuestrados en los últimos tres años.
Aún así, las FARC mantienen todavía en su poder, según Pizarro, a 17 uniformados considerados "canjeables", es decir, que pretenden intercambiar por guerrilleros presos.
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