Sevilla

Crítica: «Noche y día»: Espía como puedas

Director: James Mangold. Guión: Patrick O,Neill. Intérpretes: Tom Cruise, Cameron Díaz, Peter Sarsgaard y Jordi Mollà. Duración: 109 minutos. USA, 2010. Thriller de espionaje.

Lo que prometía ser un encuentro para conocer pareja se transforma en una frenética aventura en la que Tom Cruise involucra a Cameron Díaz. Su misión, proteger un invento para asegurar una fuente de energía infinita
Lo que prometía ser un encuentro para conocer pareja se transforma en una frenética aventura en la que Tom Cruise involucra a Cameron Díaz. Su misión, proteger un invento para asegurar una fuente de energía infinitalarazon

Pocas estrellas como Tom Cruise llevan las riendas de su carrera con tanto rigor y disciplina. Su trayectoria puede leerse como un texto, tiene un discurso sobre su persona, nos habla tanto de sí mismo como de su máscara. No es casual, pues, que «Noche y día» aparezca en el momento en que Cruise parece tener la necesidad de refrescar su imagen, un tanto maltratada por sus vínculos con la Cienciología y por un comportamiento en público –el famoso programa de Oprah Winfrey aún le pasa factura– que quiere maquillar una vida privada celosamente protegida de las erosiones externas.A su desternillante parodia de un ejecutivo de Hollywood en «Tropic Thunder» –al que, parece ser, le aguarda un proyecto de largometraje– se le une esta divertida revisión del Ethan Hunt de «Misión imposible», un agente secreto que siempre tiene la palabra adecuada para su «partenaire» femenina aunque sea mientras acribilla a balazos a sus enemigos. Cruise, lo sabemos, siempre se ha interesado por ofrecernos el reverso del arquetipo heroico, y ahora, a dos años de cumplir los cincuenta, quiere demostrarnos que su sentido del humor está en plena forma.«Noche y día» es un completo disparate, y ahí está la gracia: el «macguffin» que este espía superheroico desafía a capa y espada es puro humo, pero es a su alrededor que se organiza una débil trama de comedia romántica –que James Mangold debería haber potenciado, dado el talento de Cameron Díaz para la risa tonta– y un rosario de secuencias de acción a cual más absurda –pienso en la del avión, irresistible, y en la situada en Sevilla, que parece ignorar que los sanfermines se celebran en Pamplona–.La película tiene la energía que invierte alguien que está contando un mal chiste sabiendo lo malo que es, y riéndose a carcajada limpia en el proceso. Mangold deconstruye el movimiento perpetuo de las superproducciones contemporáneas –en un momento memorable, el personaje de Díaz contempla adormilada los esfuerzos de Cruise para «controlar la situación» entre torturas y viajes en avioneta, hasta que despierta en bikini en una isla– aunque con frecuencia sucumbe al ruido digital que acostumbran a convertirlas en una pesadilla para ojos y oídos: demasiadas explosiones en pocos metros cuadrados de pantalla.