Ministerio de Justicia

Un fallo bueno para el tenis

Los votos particulares de los magistrados del Constitucional evidencian que el 6-4 de la sentencia del Estatut «ha partido» en dos al Alto Tribunal

Un fallo bueno para el tenis
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Se veía venir. La sentencia sobre el Estatut no ha contentado ni a propios ni a extraños. La aparente pretensión de buscar una solución salomónica ha provocado al final una reacción, en forma de votos particulares, que ha partido en dos a quien está encargado de velar por el respeto a la Constitución. No ha sido como la sentencia del «caso Rumasa», pero se la aproximado bastante. La presidenta, María Emilia Casas, ha evitado el trance de tener que hacer uso de su voto de calidad, pero no la negativa sensación que transmite en distintos sectores la resolución de la que ha sido ponente. Le salvó la «campana» del apoyo final del «conservador» Guillermo Jiménez. El Alto Tribunal, como Institución, no ha salido lo que se dice muy reforzado, ni por el tiempo que ha tardado en resolver cuestiones que, como la propia sentencia admite, tienen la «mayor relevancia y trascendencia para la definición del modelo constitucional de distribución territorial público», ni por la imagen transmitida. Una sentencia de este calibre merecía quizás haber buscado alguna fórmula que aunase más voluntades y que no quedase al final un resultado que es más propio del tenis, como es el 6-4, en una resolución que marcará un antes y después en el Constitucional.Con la resolución, independientemente de las valoraciones, el TC cumple con su deber de resolver un recurso que llevaba camino de eternizarse, y que al final se ha resuelto cuando el Parlamento catalán ya ha aprobado casi medio centenar de leyes en cumplimiento del Estatut.Si los reproches a la sentencia han sido patentes en amplios sectores de la política catalana, tampoco se quedan atrás los de casi la mitad de quienes han resuelto el recurso que el PP interpuso el 31 de julio de 2006.«En la panoplia» de tribunalesY es que la técnica «interpretativa» utilizada para salvar a más de una veintena de preceptos del Estatut no ha gustado lo más mínimo a quienes disienten del fallo, Jorge Rodríguez-Zapata, Rodríguez Arriba, Javier Delgado y Vicente Conde. Y tampoco que no haya entrado a analizar el ya famoso preámbulo del Estatut, donde se proclama la «nación» catalana. «Las sentencias interpretativas son un arma que se encuentran en la panoplia de todos los tribunales», resume Rodríguez Zapata para justificar el «daño» que, en su opinión, se ha causado al propio TC. Una sentencia que incluso ha tenido que recurrir al extremo de «huir de su sentido evidente para evitar una declaración de inconstitucionalidad», tal como desvela Javier Delgado. Así ocurre con el apartado del Estatut relativo a la «inmigración», donde el tribunal llega a decir que, en realidad, el precepto no se refiere a la inmigración. Cuestión de interpretación.