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El mundo que viene

La Razón
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La mayor crisis financiera conocida en el mundo occidental desde el «crack del 29» ha hecho un recorrido de ida y vuelta, desde sus orígenes en EE.UU. a Europa y, desde el viejo continente, a Wall Street. Ya ni siquiera los americanos se libran de la pandemia. Ya no se puede hablar de la contaminación anglosajona, pues ahora mismo son ellos quienes sufren los efectos de una política económica errática que ha intoxicado al mundo moderno. Las consecuencias de la misma son a día de hoy impredecibles. Desde quienes hablan del fin del capitalismo y de los «neocom» a un nuevo sistema donde los países emergentes (India, China y Brasil) serán quienes vertebren el futuro de los próximos decenios. Hay quienes aseguran que China superará el PIB norteamericano en sólo diez años, y que Brasil será el polo de referencia desde México hasta la tierra del fuego. Y la India, que será en Oriente, junto a China, el país con mayor crecimiento previsible. Rusia, bien anclada en la geoestrategia creciente y con reservas de gas, petróleo y minerales para abastecer las necesidades de Europa y buena parte de Oriente, ocupa un lugar visible y cómodo para el futuro que viene, que no será socialista, pero tampoco capitalista, o por lo menos, capitalista como lo entendemos hasta estos momentos. Nadie está en condiciones de aventurar qué se nos viene encima, aunque sí veamos con nitidez que los países más pobres van a tener su oportunidad de crecer como se ha hecho en otros lugares del mundo occidental. Veremos si el planeta y su salud lo aguantan, porque el desastre medioambiental viene aparejado al desarrollismo salvaje que ya se aprecia en algunos de estos lugares. Es hora de hacer números, de establecer los riesgos, de calcular lo que nos jugamos. Porque el crecimiento de los países emergentes no es ajeno al respeto medioambiental ni tampoco al de las oportunidades de sus respectivas poblaciones.