Música

Barcelona

Lady Gaga enloquece a Barcelona

El concierto empezó con esa ansia que rodea todos los acontecimientos que generan mucha expectación. Hacía meses que se habían agotado las entradas y la nueva musa de la modernidad tenía al público nervioso y excitado.

Gaga no dejó de hablar entre canción y canción
Gaga no dejó de hablar entre canción y canciónlarazon

Las luces se apagaron, las cortinas que cubrían el escenario se encendieron y en una proyección apareció la protagonista de la noche, en plan «soy el gigante verde y soy muy sexy». Una Lady Gaga de metro sesenta ha enamorado a medio mundo; una de cuatro metros y medio simplemente lo vuelve loco, y sólo queda gritar. El estruendo era atronador y, de fondo, música electro que funcionaba como metrónomo para aumentar las pulsaciones de la audiencia. Entonces empezó la cuenta atrás, y finalmente cayó la cortina y apareció ella, oh, divina, y a tamaño natural. Empezaba así una noche delirante, mientras sonaban los primeros compases de «Dance in the dark».

Sexualidad irónica

A partir de aquí Lady Gaga pasaba de ser un Cuervo, a un átomo, a un taxi, a una monja, a lo que hiciese falta. En definitiva, un gran espectáculo transformista, en que lo feo era hermoso y, de verdad, todo era muy feo. Lady Gaga ha acabado con la imagen estereotipada de cantante pop.
Con su sexualidad irónica, su gusto por lo desviado y grotesco y su burla descarada de los cánones de belleza, y ha impuesto un nuevo paradigma en la música pop. Porque sus canciones, en la melodía, son sentimentales y melodramáticas. Clásicas, en definitiva. Chocan en la imagen, pero son canciones de amor de toda la vida. En ese sentido, su impacto es igual al de Madonna en los 80 y sólo en eso se parecen, nada más.

Con «Just Dance», el primero de sus «hits» en salir a escena, la abundancia de información y estímulos te daba la impresión de estar cayéndote por una cascada. Tocaba el órgano dentro del capo de un coche o saltaba en el escenario o corría por un pasillo al público o gritaba «hola Barcelona» y la gente se lo pasaba de fábula. Y sólo era el primer cuarto de hora.


Del «big bang» a la furia
Entre canción y canción, interludios teatrales, mucha pose y atrezzo salido de cualquier carnaval. Sabe que no baila bien y prefiere movimientos sencillos, quitarse ropa y ser sugerente. Animo a la gente a ser valiente, alentó a su publico gay, y no se canso de hacer discursos mesiánicos. Después vendría "The love game"y "Telephone"y esa sensación de estar presenciando un "big bang", un inicio, una furia que vete tú a saber qué acabara por crear. Y todavía faltaban los puntos fuertes, "Poker face", "Bad Romance"y "Paparazzi". "The Monster Ball os hará libres, pequeños monstruos"dijo y tenía razón. El 12, en Madrid, seguro que lo vuelve a demostrar.