Parlamento vasco
Prudente silencio
En aquella canción, Silvio se preguntaba cuál de sus silencios era prudente y cuál disimulaba mal que el objetivo de permanecer callado sólo era seguir llenándose la barriga. La barriga, la alforja, el equipaje, tienen poco que ver con el decoro, que es una cualidad íntima, de conciencia. En el caso de Zapatero, el objetivo de sus silencios, le aproxima a una tómbola, a ligar un boleto con el que la Historia pueda justificar sus devastadores ocho años por un logro: el fin de ETA. Mejoraría su equipaje de «estación termini». Pero, «con Bildu o sin Bildu», él no quiere saber que pretender tener las manos puras es una manera de mancharse las manos (Sartre); que su pose de inacción ante la legalización es una propuesta. Concretamente, es la respuesta del presidente del Gobierno de España para los ayuntamientos del País Vasco. Para avalar el desvarío, ahí están, cráneos privilegiados de lírica y tertulia, capaces de identificar como enemigos de la convivencia a los miembros de la derecha (derecha extrema, dicen) antes que a los abertzales, para los que se reclama urgencia y tolerancia. No se puede ser tolerante con los intolerantes, como señala Aurelio Arteta, «no hay pluralismo entre los intolerantes». Sólo cabría exigir, desde la alta judicatura o desde el Gobierno, que los ciudadanos de aquella tierra vuelvan a ser héroes y empeñen su vida en defender la libertad.
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