Cataluña

Los claretianos se despiden de Tarragona

La comunidad ha desplegado durante más de 130 años su importante misión

El arzobispo de Tarragona oficiará la misa de homenaje
El arzobispo de Tarragona oficiará la misa de homenajelarazon

BARCELONA- La eucaristía que se celebra hoy domingo en la Iglesia de Sant Agustí de Tarragona no es la celebración de un domingo cualquiera. La solemne misa, presidida por el arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, y cocelebrada por el Provincial de los Misioneros Claretianos de Cataluña, Máximo Muñoz, es la despedida de la comunidad claretiana tras más de 130 años de dedicación a la ciudad tarraconense. La falta de vocaciones ha provocado el cierre de esta congregación, de la que quedan solamente actualmente tres ancianos capellanes.

Hasta el día de hoy la comunidad claretiana de Tarragona estaba formada por los padres Bru Cañigueral, Miquel Bonjoch y Pedro Codinachs, que han llevado a cabo su labor pastoral desde la Iglesia de Sant Agustí, en la céntrica Rambla Vella de la ciudad. Tras el cierre de la congregación, los padres Cañigueral y Bonjoch, de edad avanzada, se retiran a un monasterio, mientras que el padre Codinachs prosigue su labor en Sallent.

Falta de vocaciones
Desde que en 1846 el padre Claret, párraco del Arzobispado de Vic y con el título de misionero apostólico de Roma, llegó a Tarragona, la congregación claretiana ha mantenido una relación constante con la ciudad gracias a la presencia de sus misioneros. Tras fundarse su comunidad en 1883, su misión se frenó durante la Guerra Civil, hasta que en 1951 se les confió la Iglesia de Sant Agustí para ofrecer el servicio pastoral.

Tras más de un siglo de historia en la capital tarraconense, a partir de ahora la congregación claretiana quedará reducida en Tarragona en la parroquia del Lledó de Valls y a su colegio. «Es una pena cerrar una comunidad con una ejemplar trayectoria durante 130 años. Nos obliga la falta de vocaciones y la necesidad de atender debidamente a las personas», lamenta el Provincial de los Cleretianos de Cataluña, el padre Máximo Muñoz. «Hemos de dar gracias a Dios por haber podido realizar esta misión al servicio de la ciudad y del arzobispado de Tarragona que tanto nos ha querido. Hay lazos que nunca se rompen», añade.

«Siempre que una comunidad religiosa ha de marchar, la Iglesia pierde un carisma, una riqueza de la vida religiosa», lamenta el padre Pere Cardona, capuchino en Tarragona durante un tiempo y delegado para la vida consagrada. «Además de perder presencia en un lugar se pierden unos servicios al pueblo de Dios», dice Cardona, que resalta la gran labor de atención al confesionario que ha realizado esta comunidad a la que hoy, antes de su despedida, le rinden homenaje.


Un legado para todos los ciudadanos
La comunidad religiosa ha llevado a cabo diferentes reformas de mantenimiento y renovación de la Iglesia de Sant Agustí, que se construyó en el siglo XVI. La obra más significativa ha sido el cambio del antiguo presbiterio, pero también se han construido seis altares laterales. Además, han realizado otras mejoras como pavimentar toda la nave, colocar nuevos confesionarios, adaptar el recinto para el acceso de personas con problemas de movilidad o restaurar el techo para evitar las filtraciones de la lluvia. A finales de julio se localizó una cripta en perfecto estado, que aportará más detalles de los más de 130 años de los claretianos en la ciudad.