Pekín
Tokio no descarta una fisura en el reactor número 3
La crisis nuclear de Fukushima cumple hoy quince días y aún sigue siendo imposible pronosticar cuánto tardará en resolverse. La prioridad ayer era conocer de dónde proceden los niveles «alarmantemente elevados» de radiación, detectados desde hace dos días en el reactor 3 y que ya han mandado al hospital a dos trabajadores de la planta.
Los operarios caminaron sin protección especial sobre agua procedente de la turbina, un líquido en el que se han hallado niveles de contaminación radiactiva hasta 10.000 veces por encima de lo normal. Los ingenieros de la central opinan que sólo una fractura del núcleo podría justificar unos niveles tan elevados. Pero, al mismo tiempo, explican que otras variables, como la presión, no conducen a pensar que se haya producido la temida ruptura. «En definitiva, siguen siendo desconocidas las causas de la filtración», ha acabado resumiendo Hidehiko Nishiyama, responsable de la Agencia de Seguridad Atómica japonesa. Por si fuera poco, durante la tarde también se encontró una inusual concentración de material radiactivo en las turbinas de los reactores 1 y 2.
A nivel institucional fue una vez más el portavoz del Gobierno, Yukio Edano, quien salió a dar explicaciones. Dijo que está en marcha una «rigurosa investigación» para determinar la procedencia de la fuga. Horas después, también el primer ministro, el desaparecido Naoto Kan, acudía a la palestra para insistir en que estamos ante algo muy serio, cuyo desenlace es «imprevisible». «Trabajamos para evitar que la situación empeore, pero necesitamos continuar siendo extremadamente cautos», aseveró. El político, cuya popularidad ha quedado sepultada bajo los escombros del tsunami, también dio públicamente las gracias a aquellos que están «arriesgando sus vidas» para enfriar los reactores.
A pesar de los avances en la reparación de los sistemas eléctricos, la gravedad de la crisis aumenta. Fukushima sigue emitiendo radiación a la atmósfera y en cantidades cada vez más preocupantes. El Gobierno ya planteó el jueves aumentar el perímetro de seguridad alrededor de las instalaciones. Para empezar, se recomendó ayer la «evacuación voluntaria» a todas las personas que viven entre el primer anillo y el segundo. Es decir: de los 20 a los 30 kilómetros en torno a la planta. A quienes residen en este radio se les había dicho una semana atrás que acumulasen víveres y se quedasen encerrados en casa, sellando puertas y ventanas con trapos. «No podemos descartar que el Gobierno ordene evacuar toda el área si los niveles de radiación aumentan más», dijo Edano.
Otra cuestión que preocupa a los ingenieros de la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO) es el agua marina que se ha estado inyectando en los reactores sobrecalentados. Al parecer, si se sigue administrando en grandes cantidades, la sal podría cristalizar y formar una «costra» que acabaría dificultando las labores de refrigeración. Para evitarlo, se están buscando alternativas y TEPCO ya ha empezado a alternar el agua marina con la de una presa cercana. En previsión de que sea necesario seguir lanzando líquido, el ministro de Defensa, Toshimi Kitazawa, pidió ayer que la Séptima Flota estadounidense colabore transportando agua dulce hasta las inmediaciones de la planta.
Mientras tanto, el número de víctimas por el terremoto y el tsunami superaba ayer la barrera de los 10.000, mientras que la lista de desaparecidos crecía hasta los 17.443. Y, aunque han pasado ya dos semanas, en el país se seguía temiendo un nuevo seísmo. Desde el terremoto del viernes 11, en Japón se han registrado 700 réplicas y prácticamente cada día hay un temblor de más de 6 en la escala de Richter.
China, en cuarentena
Dos turistas japoneses fueron enviados ayer a un hospital chino después de que las autoridades les detectasen niveles de radiación altos al atravesar la frontera. La noticia ha suscitado cierto estupor. Sobre todo porque ninguno de ellos había estado a menos de 240 kilómetros de Fukushima. Las pruebas sanitarias, así como los sensores de temperatura, son frecuentes en las aduanas chinas siempre que se desata una alarma global, como la fiebre H1N1. Sin embargo, en esta ocasión no se están realizando controles exhaustivos de los aviones procedentes de Japón, algo que pudo comprobar este corresponsal, que viajó ayer de Tokio a Pekín sin pasar por ningún control.
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