El Rey

El Rey está en palacio y se recupera de su operación. No es un parte médico pero de pronto la monotonía de lo cotidiano se traduce en tranquilidad. El Rey está ahí, en ese espacio acotado para la Corona tan próxima en afectos como distante por obligación y antigua como esencia de su propio sentido, y cuando entra en un hospital todo el mundo se preocupa por su salud porque marca la salud de todos. Es como el muro de contención en una España que a veces necesita un susto para mirarse al ombligo y encontrar sus referencias. La de ese Rey que siempre tiene una sonrisa, una palabra de afecto, un abrazo, un traspiés al subir a un estrado que nos hace sonreír, unas palabras de ánimo, o una llamada de atención. Le hemos visto reír y llorar. El paso de los años lo ha hecho consustancial con nuestro particular cuéntame, con la historia de nuestras vidas. Le hemos visto como piloto de la Transición, capitán general de los ejércitos, como padre. Le hemos visto recorrer España junto a la Reina de costa a costa. Le hemos visto envejecer y con él muchos nos hemos ido haciendo también mayores. Y hoy nos alegra que vuelva a casa, se recupere y siga siendo una referencia cuando sopla el viento de frente. Y estamos en plena galerna.