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Sin saber de Foxá

La Razón
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Imputada por el juez, la concejala de IU que prohibió el homenaje a Foxá en Sevilla puede ser vista como una conservadora del santo oficio comunista o como un signo de nuestros tiempos. La señora Medrano, al suelo que vienen los nuestros, se decidió a aplicar la purga sin saber si era poeta o fontanero el que era necesario ajusticiar, guiada sólo por la aureola fascista de Foxá. Alguien, según su huérfano criterio, que denigra la memoria y al que hay que reconducir hasta el anonimato, aunque a la postre, ni ella misma se haya tomado la molestia de saber quién demonios era el tipo al que, aquella noche, estaba vetado rendirle un homenaje en un barrio de una capital española. Foxá es irredento y genial, con una novela que centellea y donde anticipa el signo de nuestros tiempos: la garrulería, la estupidez, la deificación de la simpleza, el poder arrollador de la masa. «Madrid de Corte a Checa» contiene el pasaje de unos milicianos que, en la plaza de Oriente de Madrid, se afanan en derribar la estatua de doña Berenguela. La confunden, según el mismo criterio que aplicaría la tal Medrano, con la madre de Berenguer. Y eso que en el pedestal, el munícipe de turno se había tomado la molestia de explicar de quien se trataba: doña Berenguela, reina de León. Con Google a su favor, Medrano habría evitado indagar que Berenguela es la madre de Fernando III. Y con esta cegadora y sólida ignorancia, hasta le habría prohibido un homenaje.