Nueva York

El G-8 financiará las transiciones en Túnez y Egipto con 40000 millones

Ni las revoluciones árabes de Túnez y Egipto y mucho menos la catástrofe nuclear desencadenada en Japón tras el terremoto del mes de marzo figuraban en la agenda inicial del G-8 imaginado por Nicolas Sarkozy y que ayer arrancó en la ciudad normanda de Deauville.

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Y mucho menos la sucesión al frente de Fondo Monetario Internacional después de que su director gerente, el socialista francés Dominique Strauss-Kahn fuera inculpado hace apenas dos semanas en Nueva York por intento de violación. Sin embargo, la actualidad reciente se ha impuesto en esta cumbre que reúne a los líderes de los países más ricos del planeta (EE UU, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Canadá, Italia y Rusia), y que el presidente galo quiere aprovechar para que la voz de Francia, que había enmudecido en los últimos tiempos, vuelva a resonar potente. Aunque este foro ya no luzca con el mismo esplendor con que lo hacía en los años en que la supremacía occidental era incontestable. Cuando países emergentes como China, India o Brasil no rivalizaban en crecimiento económico.

La cena de anoche fue el momento para abordar los distintos frentes abiertos en la escena internacional con el proceso de paz israelo-palestino en el punto de mira tras el reciente discurso de Barack Obama. Sin duda, el momento también para que florecieran las divergencias. Sobre todo por parte de Rusia, contraria a la propuesta franco-británica de reforzar las sanciones contra el régimen sirio, al que el G-8 podría pedir hoy en la declaración final, según un borrador que trascendió ayer, «el cese el uso de la fuerza y de la intimidación contra el pueblo sirio», así como el inicio de un diálogo y la puesta en marcha de «reformas fundamentales».

Con la misma firmeza deberían los mandatarios del G-8 redoblar la presión sobre Muamar Gadafi, aferrado al poder pese a la intervención militar internacional, y a quien Sarkozy advirtió que «cuanto antes abandone, más lugares tendrá adonde poder ir; cuanto más tarde menos serán los destinos posibles». «La solución está en sus manos» dijo el líder galo, que antepuso la marcha del coronel libio al inicio de todo diálogo. Mayor consenso existiría entre los ocho grandes para apoyar decididamente a aquellos países que como Túnez y Egipto, protagonistas de la llamada «primavera árabe», den un paso hacia una mayor democracia.

Es la voluntad del anfitrión de esta cumbre, el presidente Sarkozy, que aseguró que «Francia estará siempre junto a los pueblos árabes y africanos que se liberen de sus cadenas» en una comparecencia. Un proceso de transición que, tras meses de revueltas populares, se revela costoso económicamente. Tanto que las necesidades de estos dos países para los próximos cinco años se valoren en 40.000 millones de euros y a las que el G-8 contribuiría con el establecimiento de un proyecto de «cooperación económica duradera».

Asimismo, se comprometieron a ayudar a Japón en la reconstrucción tras el terremoto que puso en evidencia la necesidad de una reglamentación de alto nivel en materia de seguridad nuclear a escala mundial, que los ocho estarían dispuestos a adoptar. Sin embargo, dos fueron los asuntos que ocuparon a las delegaciones en los pasillos: la candidatura de la ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, para suceder a Dominique Strauss-Kahn en la dirección del FMI, para la que Sarkozy hacía campaña, y la próxima paternidad de éste, que ayer se vio confirmada en el ya visible embarazo de su esposa, Carla Bruni.

Más ataques sobre Libia
Los aliados, muchos de ellos integrantes también del G-8, mantuvieron ayer la presión militar sobre Gadafi y continuaron bombardeando la capital libia, a pesar de las reiteradas ofertas de diálogo por parte de las autoridades de Trípoli, que ayer se mostraban incluso «preparadas» para entablar conversaciones con los rebeldes. Ni siquiera la propuesta de un alto el fuego por parte del Gobierno libio fue suficiente para que la coalición detuviera sus ataques aéreos sobre objetivos «militares y civiles», según informó la televisión libia.